domingo, 3 de mayo de 2020

¡ No volvamos a lo de antes !


ESTÁ  PANDEMIA  ES  UN FUERTE  LLAMADO  DE  DIOS

Estimad@s amig@s y compañer@s de camino, buenos días.

He aquí mis artículos del mes de abril.
1-     El fracaso del actual sistema mundial… incapaz de protegernos eficazmente.
2-     La ‘Pascua’ de Semana santo… o ¡Rumbo al Reino!
3-     ¡Los poderosos están con pies de barro…! Lo dijo el profeta Daniel hace más de 2,000 años.
4-     ¡No podemos volver a lo mismo!... porque ‘las mismas causas producen los mismos efectos’.
5-     Aprender a ser humano ya… para una vida digna y una sociedad nueva

Buena lectura!

Abrazo fraterno.
Pedro Pierre.

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1.   EL FRACASO DEL ACTUAL SISTEMA MUNDIAL
Frente a la pandemia del coronavirus, las organizaciones mundiales han sido incapaces de hacerle frente eficazmente. Ningún país ha propuesto una reacción global. El mismo sistema neoliberal ha sido ineficaz para sostener su organización financiera de mercado bursátil y no sabe decir la cantidad de empresas multinacionales que han colapsado o que China ha comprado a ‘precio de gallina muerta’… Peor han podido fomentar desde los ministerios de salud alguna respuesta eficaz para proteger a sus ciudadanos. En Estados Unidos se rechaza de los centros de salud a los contaminados que no tienen seguro social y se lo condena a morir en la calle. Trump se queda como payaso mudo, pero sí envía a Europa 40,000 soldados con su material militar para hacer maniobras conjuntas, ¿para enfrentar qué ‘enemigo potencial’?… En Guayaquil, ni se recoge los cadáveres de los fallecidos en la calle… Ni hablar de las Instituciones internacionales: la ONU, la OMS (Organización Mundial de la Salud)… están incapacitadas de proponer alguna alternativa. Europa se encuentra perdida sin propuesta común para enfrentar la pandemia. No se trata sólo de ‘¡Sálvese quien pueda!’, sino “¡Muérete sin piedad!’ Lo reconoció el mismo presidente francés. ¿Y los grandes medios comerciales de comunicación internacionales? ¡Muy bien, gracias! “Estamos en una mal momento que vamos superando. No se preocupen. Hemos pasado por peores situaciones”.
¿Y América Latina? Los gobiernos neoliberales que desbancaron o traicionaron los gobiernos progresistas se empeñaron en fomentar la corrupción, a destruir lo que se había hecho a favor de la salud y a desbaratar la integración latinoamericana. En Ecuador, somos un país a la deriva, con un presidente ausente, un sistema de salud desbordado, un ministro de economía que tiene la desfachatez de pagar 300 millones de deuda al FMI mientras somos el país con más muertos por el coronavirus. En Brasil los militares afirman que están dispuestos a apoyar a quien sustituya el actual presidente. Por otra parte, se niega ayuda financiera internacional a Venezuela para enfrentar la pandemia. Estados Unidos impone nuevas sanciones económicas a Irán que busca apoyo monetario contra el coronavirus. Israel persigue su invasión de Palestina y mata a más y más palestinos que resisten y protestan. ¡Qué perversidad la del neoliberalismo que no sabe contar los muertos que provoca por millones, pero sí, acumular millones dólares de ganancias a costa de países destruidos y pueblo asesinados!
¿Qué Organizaciones populares o qué países destacan en esta lucha contra la pandemia del neoliberalismo? Las Organizaciones sociales, sindicales, campesinas, indígenas, juveniles, feministas… no han dejado de protestar y proponer alternativas. Pero ¿quiénes los escuchan…? ¡fuera del papa Francisco! Los 3 países que se han lanzado en la lucha solidaria contra el coronavirus son China, Rusia y Cuba, por ser no tan neoliberales que se diga.
               A las Iglesias no les va mejor por privilegiar la dimensión espiritual en vez de la solidaridad, el compartir, la compasión, la ayuda para enfrentar la enfermedad y el hambre. ¿Van a salir alternativas creíbles y eficaces de las promocionadas devociones populares, adoración masiva del santísimo, cadenas de oraciones, rosarios cotidianos, misas por televisión o facebook…? ¿Dónde está la ‘opción por los pobres’ tan cacareada por jerarquías encerradas en sus templos y un clero de sacristía? Hace 41 años, monseñor Leonidas Proaño regresaba de la reunión episcopal latinoamericana de Puebla, México. Los obispos del continente acababan de comprometerse por una ‘opción preferencial, profética y solidaria por los pobres’. El mismo monseñor nos decía en la primera reunión nacional de las Comunidades Eclesiales de Base de Ecuador en Santa Cruz de Riobamba que la opción por los pobres era “una opción por las causas de los pobres y por su liberación de la miseria… manera actual de la Iglesia de América Latina de seguir eficazmente a Jesucristo”… ¡Palabras, lindas palabras! que se quedaron en los libros, libros que ni pudieron leer muchos seminaristas, aduciendo sus profesores que el Vaticano había condenado esta teología de la liberación… ¡Iglesia desprestigiada e Iglesias que se vacían! ¿Qué dirán ahora las Iglesias evangélicas que apoyan cada vez más descaradamente a gobiernos neoliberales como en Brasil, Bolivia y Estados Unidos? ¿A qué santo milagroso o a qué pastor salvador de sus pecados van a acudir los millones de pobres latinoamericanos, que no dejan de aumentar y morir?
               Si somos tan incapaces de actuar, a lo menos démonos cuenta que los actuales sistemas neoliberal y religioso han colapsado y deben ser tirados a tacho de la basura o al crematorio. La Tierra no resiste más los efectos de nuestra destrucción y está cansada de soportar una Humanidad que la contamina mortalmente. ¿No será el coronavirus un aviso que nos dice: ‘La próxima vez los elimino a toditos’? Antes de que sea demasiado tarde, empecemos a encontrar alternativas de vida personal, espiritual, económica, sanitaria, social… afín de no retornar sin más “a la normalidad” que nos ha llevado a tal catástrofe. Si no, ¡lo peor está por venir! Y ya llega. Los cristianos tenemos mucho que aportar a este gran cambio indispensable y urgente para vivir como humanos y hermanos.

2.   LA PASCUA DE SEMANA SANTA… O ¡RUMBO A UNA NUEVA HUMANIDAD!
Hace unos pocos días, leyendo o escuchando uno de los muchos comentarios sobre el coronavirus, me quedó grabada la frase siguiente: “Al origen de la humanidad, pasamos a ser humanos cuando empezamos a defender juntos a los más débiles”. El autor hablaba que con esta pandemia, estábamos “contra la pared”: o seguimos entrado por la puerta de auto-suicidio planetario o damos un salto cualitativo hacia una humanidad mejor, cuidando de la Tierra y de los más débiles. Una humanidad nueva mediante una nueva creación, obras de nuestra autoconciencia humana. Terminaba diciendo el autor que no había más alternativa. Es hora de pasar de ‘gusanos’ que nos arrastramos a ‘mariposas voladoras’.
Casi enseguida relacioné dicha frase con el momento en que nos encontramos: la Semana santa. Claro no es una Semana santa como las demás. No habrá las multitudinarias procesiones del viernes santo donde se recuerda a un muerto que, para la inmensa mayoría de los peregrinos, no resucitó, porque están ausentes de las celebraciones del sábado de gloria y del domingo de resurrección. Y los grandes medios de comunicación nos pasarán las películas noveladas y tergiversadas de un Cristo bandolero, de un Mesías espiritualista, de un soñador ingenuo, de un rebelde fracasado por creer en un dios que ama la sangre humana, anciano escondido en el cielo de los fantasmas que creamos los humanos para tranquilizarnos. ¡Fuera de las procesiones del viernes santo, no pasa nada porque seguimos iguales! Iguales de pobres, iguales de individualistas, iguales de corruptos, iguales de desorganizados, iguales de inconscientes, iguales de cobardes, iguales de consumistas y materialistas. ¿Nos despertará el coronavirus?
¿“Ser humano es empezar a defender juntos a los débiles”? porque ‘ser inhumano’ es ser indiferentes a lo que le pasa al vecino; porque ‘ser inhumano’ es acumular bienes y dinero sin aceptar que es el precio de la sangre y muerte de muchos pobres; porque ‘ser inhumano’ es preocuparse más del cielo que de la tierra y de los humanos; ‘ser inhumano’ es vender armas para asesinar pueblos enteros, es traficar drogas con la complicidad de instituciones podridas; ‘ser inhumano’ es pagar salarios de miseria condenando a jóvenes, mujeres y adultos a vivir como animales; ‘ser inhumano’ es negociar con la religión para imponer un cristianismo ‘opio del pueblo’… ¿Por qué estamos tan lejos de la primera semana santa y nos cuesta tanto entender el mensaje original de Jesús?... porque nos conviene, porque preferimos la mediocridad a la dignidad, y la maldad a la felicidad…
Resumiré la misión de Jesús y la meta de su Pascua -pasión, muerte y resurrección- en la frase que abre este artículo: Jesús nació, vivió, murió y resucitó para que lleguemos a ‘ser humanos’, es decir, a defender juntos a los más pobres, tal como lo hizo él. Por eso lo mataron porque defendía al Dios de los pobres y no una divinidad inventada por los ricos para defender sus privilegios y tapar sus fechorías. Jesús vino para el Reino y no para salvarnos de pecadillos que poco tienen que ver con la defensa de la vida y de la dignidad de los pobres. Las autoridades imperiales y religiosas de su tiempo necesitaban de pobres, de muchos pobres para seguir siendo ricos, opulentos y creyentes de un falso dios que los protegiera de cualquier cambio. Parece que con el paso de los siglos nos quieren seguir imponiendo esta religión del imperio, del dinero, de la violencia y de la muerte sin resurrección. Pero parece también que hemos comenzado a romper el círculo de la mentira y de la opresión, si comenzamos a pensar quién fue Jesús y cuál era su proyecto de Reino: “Ser humanos por defender juntos a los más pobres”.
Que esta Semana santa nos revele, más numerosos y decididos, la verdadera misión de Jesús, el verdadero rostro de Dios, el verdadero objetivo del Reino, el verdadero sentido de la vida: “Defender juntos a los pobres”. Esa es la Pascua que necesitamos todos. Entonces ‘¡Rumbo a una nueva Humanidad!’, entre todos y desde los pobres organizados.

3.   LOS PODEROSOS ESTÁN CON PIES DE BARRO, Pedro Pierre
Es la gran lección de la pandemia en la que nos estamos hundiendo sin remedio: ¡Los poderosos tienen los pies de barro! Son incapaces de enfrentar eficazmente la pandemia, como también de ponerse de acuerdo entre ellos para protegernos y ayudarnos. Más bien las empresas internacionales de farmacia y laboratotio están haciendo su agosto sobre las decenas de miles de muertos en todos los continentes. Estados Unidos es uno de los países más castigados, ellos que se dicen los salvadores del mundo, los supuestos llamados por la Providencia a aportar la felicidad a todo el orbe… Su perverso presidente no sabe qué hacer ni que decir, y cada vez más voces se alzan para criticarlo, hasta en su propio país… pero ¡más del 50% de los norteamericanos no votan en las elecciones presidenciales! ¿Qué se puede esperar de semejante indiferencia y complicidad?
Es la actualización del juicio del profeta Daniel: ‘El gigante con pies de barro’. He aquí el texto bíblico que tal vez poco conocemos: “Viste una estatua muy grande y de un resplandor extraordinario; estaba de pie delante de ti y su aspecto era terrible. Esa estatua tenía una cabeza de oro fino, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y las caderas de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro mezclado con arcilla. Tú estabas mirándola cuando se desprendió una roca sin que nadie la moviera; pegó a la estatua a la altura de los pies de hierro y de arcilla y los rompió. Y en aquel mismo instante se hicieron trizas el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; el viento se los llevó sin dejar huella como se lleva la paja del trigo en la era durante el verano. Y la piedra que había golpeado a la estatua se convirtió en una gran montaña que abarcó toda la tierra… El Dios del Cielo suscitará un reino que nunca será destruido; su poder no pasará a pueblo alguno. Derrotará y destruirá a todos los reinos y los reemplazará para siempre. Viste como se desprendió una roca de la montaña sin que mano alguna la tocara, y como pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro: eso mismo va a acontecer.”
Se trata de un texto escrito hace más de 2,000 años mirando a los imperios del Medio Oriente que se disputaban territorios unos de otros. El profeta es aquel que mira a lo lejos y se da cuenta que los imperios caerán y serán sustituidos por “un reino que los remplazará para siempre”. Los cristianos aplicamos esta profecía a Jesús de Nazaret que inauguró este Reino desde los pobres, deseando que formaran, en la tierra, el gran Pueblo de los Pobres, unidos, organizados, conscientes, solidarios, alegres creyentes de este Dios liberador. Eso es también la utopía de la Humanidad y de todas las civilizaciones… que no se dejan corromper y prostituir por el poder, el dinero y la fama. Actualmente son los Pueblos indígenas de las Américas que ofrecen su Civilización del Bien Vivir para salvar tanto a la Humanidad como el la Madre Tierra.
Es un tema constante del papa Francisco. Para él los Movimientos Sociales, unidos con otros espacios sociales, son los protagonistas de un nuevo modo de vivir armoniosamente en sociedad y con la naturaleza. Vuelve a animar a todos estos Movimientos en una carta que les dirigió este domingo de resurrección: “Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí,… verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos. Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado… Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir… Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo… Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible.”
Los poderosos tienen otro discurso, y Trump el primero: “Hay que regresar a la normalidad”… Claro, la ‘normalidad’ que les beneficie a ellos y que nos ha llevado a la pandemia actual. La verdadera ‘normalidad’ es la que describe el profeta Daniel, es la que desea el papa Francisco, es la que construyen los Movimientos sociales y todas las organizaciones que tienen fe en ellos.
Esta pandemia es un fuerte aviso de la Madre naturaleza que se puede repetir si no tomamos otro rumbo de vida personal, social, al nivel local, nacional y mundial… porque ¿quién va a poder sobrevivir a la próxima y mayor pandemia? ¿Estamos conscientes de eso? ¿Estamos decididos a entrar en esta dinámica de construir el mundo que necesitamos y no el de los poderosos…? afín de no haber vivido en vano ‘como si nunca hubiéramos existido’.

4.   NO PODEMOS VOLVER A LO MISMO, Pedro Pierre
La pandemia del coronavirus nos ha hecho caer en cuenta que los gobiernos y las Iglesias son incapaces de protegernos eficazmente. El sistema neoliberal es un fracaso total porque el dinero está en las manos de unos pocos: unas 2,000 personas en el mundo poseen 80% de la riqueza mundial para su beneficio propio. Los gobiernos están al servicio del enriquecimiento de unos pocos. Estados Unidos, que se cree el ejemplo a seguir por todo el planeta, es actualmente el país más afectados por la pandemia y no se ve cómo va a detener ni el número de contagiados ni el número de muertos.
Las Iglesias tampoco están preparadas para enfrentar tal catástrofe mundial, mayoritariamente limitándose a rezar, promover precesiones y devociones, haciendo misas por televisión, radio, Facebook, watts app, zoom… sin mayor eficacia inmediata. Estamos lejos de la práctica de Jesús de Nazaret que dedicó su vida a andar por los caminos de Palestina para curar enfermos, enseñar a los pobres a vivir compartiendo y denunciar autoridades religiosas y militares extranjeras por dominar y explotar a las gentes: Fue el profeta itinerante del Reino de Dios.
Ahora, ¿por qué motivos hemos llegado a una tal desorganización, desprotección y mortandad? Por una parte elegimos gobiernos de entre la gente rica y no los controlamos. Ellos hacen lo que les da la gana con nuestro voto, nuestros impuestos y los bienes del país porque se lo permitimos. Lo vemos en nuestro país: es el desgobierno total, la entrega del dinero y bienes nacionales a los grandes empresarios, la fuga de devisas en los paraísos fiscales, los millonarios préstamos al Fondo Monetario Internacional que no se sabe para qué sirven, la corrupción generalizada, la venalidad de la justicia que persigue, enjuicia, aprisiona, destierra a quiénes denuncian o se oponen a tal descalabro nacional… Hemos llegado al colapso del sistema que organiza el Estado y controla, eso sí, el país.
Por otra parte están los medios comerciales de comunicación que pertenecen a los grandes ricos y por lo mismo defienden a los que nos gobiernan. El negocio de estos medios es colaborar al enriquecimiento de los más ricos que son los dueños de dichos medios. Por eso nos desinforman, nos mienten, nos engañan, nos manipulan… Al no tener un espíritu crítico ni muchas veces poder haber acceso a otros medios de información, nos dejamos llevar por la corriente… ‘como el camarón que se duerme’. Tampoco la educación primaria, secundaria y universitaria nos capacita para entender el mundo en el que vivimos y transformarlo para beneficio nuestro.
Las religiones han pasado a ser grandes sectas al servicio de sus intereses, con una clase que se cree superiora y enviada por Dios. Demasiado dinero y poder pasan por sus manos, atrapándola en la corrupción y las aberraciones sexuales. El papa Francisco busca volver a las fuentes y dejarse guiar por el Concilio Vaticano 2° y su experiencia pastoral en América Latina. Trata de hacernos regresar al corazón del Evangelio que son la misericordia y la opción por los pobres, las 2 caras del Reino de Dios por el que vino, vivió, murió y resucitó Jesús. Nos alienta a denunciar las injusticias, defender a los explotados, acoger a los migrantes, proteger el medio ambiente… Nos desvela la perversidad del neoliberalismo que gobierna el mundo y provoca todas estas maldiciones que padecemos ahora. Pero su voz se parece a la de Juan Bautista que “gritaba en el desierto”.
Por todo eso estamos como estamos. No podemos volver a lo mismo, porque sería preparar una catástrofe mayor: las mismos causas producen los mismos efectos… lo que sí, quieren los poderosos del mundo: “¡Menos bocas, más me toca!”. Es hora de despertar si no queremos vivir peor. Es hora de unirnos y reunirnos para entender mejor lo que está pasando y adonde están las salidas y las alternativas a la situación actual. No podemos comer como antes. Tenemos que curarnos de otra manera, trabajar más dignamente, dejar de consumir lo que nos presenta la televisión, organizarnos para hacernos respetar, hacer respetar nuestro voto y el destino de nuestro dinero… y no creer todo lo que nos cuenta la pantalla chica de nuestro celular… Tenemos que redescubrir a Jesús de Nazaret que vino a darnos otra imagen de Dios, padre y madre, compañero de nuestras desgracias y colaborador de nuestros éxitos hacia una vida más humana y fraterna.
A pensar entonces a lo que ya no vamos a hacer más y a lo nuevo que tenemos que emprender junto a otros. Si nos quedamos solos, nos perdemos, nos perderemos. El camino es la comunidad, tal como lo estamos descubriendo con esta pandemia: comunidad familiar, comunidad de vecinos, comunidad de trabajo, comunidad cristiana, comunidad política… un sueño, una utopía que, en definitiva, Dios nos pide de poner en marcha para dejar atrás la desgracia de la realidad a la que nos hemos dejado llevar. ¿No será la vida esta gran lucha por hacer realidad este sueño y esta utopía?

5.  APRENDER  A  SER  HUMANOS  YA,  Pedro  Pierre.
Eso es la meta de la vida de toda persona: Ser plenamente humano. Porque de niño somos egoístas e incapaces de desenvolvernos solos. Adolescentes: pasamos a otra etapa de la vida y descubrimos la dimensión social de la existencia: existen otras personas y juntos podemos lograr metas imposibles de alcanzar si estamos solos. Jóvenes: buscamos la manera de lograr ser independientes de nuestra familia, preparándonos para alguna profesión y buscando la manera de entender el misterio de la vida y del amor. Llegamos a ser adultos cuando nos ganamos la vida, fundamos una familia, somos útiles a los demás, desarrollamos la dimensión espiritual que anida en nosotros. Viejos: miramos las cosechas de las semillas que hemos sembrado, gozamos de las amistades cultivadas desde siempre, compartimos sabidurías adquiridas en las luchas, los sufrimientos y los fracasos, nos sentimos en sintonía con mucha gente, vivimos en una mayor armonía con la naturaleza, nos dejamos poseer por una mayor comunión con el gran Misterio que llamamos Dios. Eso ‘ser humano’: no dejar de crecer siempre.
Este tiempo de encierro en el espacio de la casa nos obliga a repensar nuestra vida y nuestra manera de vivir. Frente a la pandemia de coronavirus nos sentimos frágiles, desamparados, desprotegidos, mortales. ¿Dónde estarán los puertos de salvación? ¿Serán nuestros gobernantes? incapaces de orientarnos, proteger nuestra salud y nuestra existencia. ¿Serán nuestras capacidades personales? pero nos enseñaron en la escuela, el colegio y la universidad a ser individualistas, competentes a costo de los demás, agresivos en nuestras relaciones, ávidos de dinero y poder sin mirar a quién le hace daño, consumistas de todo lo que nos presentan, corruptos para alcanzar lo que más deseamos… Nos enseñaron a ser productivos, para unos pocos, e inútiles no sólo a los demás sino a nosotros mismos.
Los puertos de salvación: ¿serán las religiones? El mismo Jesús, condenado por las autoridades religiosas de su tiempo, murió en la cruz gritando: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” ¿Qué pueden las religiones frente a la pandemia actual? Rezar, sacar a los santos, decir misas en Iglesias vacías, pasear a la Madre de Jesús por los cielos ecuatorianos… prácticas ineficaces de tiempos idos. Jesús había venido para otra cosa: curar a los enfermos y encaminar a los pobres a compartir entre sí para crear nuevas relaciones humanos y sociales, en nombre de un Dios Padre y Madre que nos quiere de pie, no de rodillas, y hermanos y no desconocidos o enemigos.
Terminada la cuarentena, ¿vamos a volver al desorden, a la desorganización, a la indiferencia, a la complicidad, a los vicios, a la maldad individual, colectiva y estructural de nuestras instituciones? Todo esto ha producido la pandemia que estamos incapaces de controlar. La Tierra está cansada de los humanos que la destruimos o no la defendamos ni cuidamos ni protegemos, sino que dejamos desaparecer miles de especies animales y vegetales cada semana en algún lugar de nuestro planeta sin preocuparnos, sin ver que necesitamos de ella para respirar, comer, curarnos, en una palabra vivir, sobrevivir. ¿Hasta cuándo?
Ya es tarde. Si continuamos así, habrá una noche en que la próxima generación no amanecerá porque la noche y el frío se harán perpetuos con la muerte de la vida. Vamos a entender por el cataclismo de varios millones de enfermos y de centenares de miles de muertos… ¡por una gripe!.. que hay que encontrar un sentido a nuestra existencia y otro camino para nuestra sociedad. No es por gusto que hemos llegado a este mundo: la Vida nos ha regalado un cuerpo espiritual o un alma corporal para colaborar a perfeccionar la vida y multiplicar el amor. ¿Qué hemos hecho con nuestra propia vida? ¿Qué hemos hecho por una vida mejor para los demás? ¿Qué hemos hecho para conocer a Dios y reconocerlo en todos el que sufre y pasa necesidad? ¿Qué hemos hecho del proyecto de Jesús que es el Reino, es decir, un mundo de hermanos felices? Allí sí, podemos aplicarnos la maldición de Jesús en sus parábolas: la de “las vírgenes descuidadas”: “¡No les conozco!” y la del juicio final: “¡Malditos! Váyanse al fuego eterno!”
Esta pandemia es una llamado apremiante de Dios en los gritos de los pobres y de la naturaleza para ser verdaderamente humanos, creciendo individualmente, fraternizando colectivamente, implementando una organización económica, política y cultural que nos haga iguales, equitativos, responsables de nuestras vidas y de nuestras instituciones… dejando atrás a todos aquellos que se creen nuestros salvadores materiales, sociales y religiosos.
Esta pandemia no exige a gritos ser humanos ya, es decir, hermanos, arrimados a nuestra Madre Naturaleza y agarrados con el Dios de Vida y del Amor porque hacemos que la Vida y el Amor nos habiten más y más. Así seremos '¡bendecidos!’ y salvados.