Nota previa
Análisis de coyuntura
no es lo mismo que análisis de los acontecimientos, porque supone el previo
conocimiento -siempre hipotético- de la estructura que proporciona la lógica de
los procesos históricos. Sin una definición de lo que es estructural, no es
posible evaluar el impacto de los acontecimientos en las bases de un conjunto
social. Por eso el análisis de coyuntura debe situar los hechos (visibles) en el plano de las estructuras
(invisibles). Es lo que intento hacer aquí, para descifrar el sentido
profundo de los resultados de las elecciones de este año.
Distingo tres planos estructurales: el sistema de
vida de la Tierra, el sistema-mundo con su modo de producción y
consumo capitalista, y el sistema (social, político, cultural y económico) brasileño.
Está claro que nos interesa específicamente el último sistema, pero no podemos
olvidar que está subordinadamente integrado en los otros dos. Por eso haré una
breve mención de los cambios coyunturales en cada uno de ellos. En la
conclusión indico algunas implicancias prácticas para quien se identifica con
las luchas de las clases trabajadoras, de los pueblos originarios y de los
grupos socialmente discriminados.
A. EL SISTEMA DE VIDA
TIERRA
Se han vuelto
frecuentes los signos de cambios estructurales en el sistema Tierra. En la
apertura de la reunión de la COP-24, en Katowice,
Polonia, dijo el secretario
general de la ONU: “Estamos en apuros.
Estamos en grandes apuros con los cambios
climáticos”. Como él tiene una visión global, sabe evaluar el
significado de una catástrofe climático-ambiental. Y sabe que podría acontecer
aún antes de 2050, en caso de que no se tomen las medidas recomendadas por la
comunidad científica internacional -medidas que las mega-corporaciones no
aceptan porque perjudican sus lucros. La situación se agrava porque los Estados
nacionales dan más prioridad a los
lucros de las empresas que al equilibrio climático y ecológico. El caso del
presidente de los EEUU es emblemático; pero muchos otros gobernantes se someten
a las mega-corporaciones aunque se declaren defensores del medio ambiente.
Todavía no nos
habituamos a entender la cuestión ambiental como una cuestión política, y eso reduce mucho nuestro campo de visión. Es
preciso ampliar nuestras categorías de pensamiento para incluir a la Tierra -o,
por lo menos, a su comunidad de vida -como
sujeto de la historia, y no más como una cosa. Ella está sufriendo, y ese
sufrimiento afecta a la especie humana, aunque las categorías científicas de
que dispongo no logren develar esa conexión. Todo sucede como si la especie homo sapiens estuviera presintiendo su extinción, y por eso da
lugar a comportamientos irracionales como el odio a los semejantes, voracidad
del consumo, aceptación de la pos-verdad, refugio en el mundo virtual, y otras
prácticas que destruyen la textura social. En el polo opuesto, ese mismo
presentimiento favorece la emergencia de otra conciencia en la relación con la
Tierra, la cual comienza a ser percibida como sujeto de derechos y como un ser
vivo del cual la especie humana forma parte. Esa conciencia se expresó en la Carta
de la Tierra, publicada en el año 2000, y desde entonces se ha
expandido por todas partes, inclusive recuperando conceptos ancestrales de
pueblos originarios, como el Sumak Kawsay
(Bien-Vivir).
Atención: Esa realidad
de ámbito planetario debe ser seriamente considerada, no sólo porque puede
ayudar a explicar fenómenos aparentemente absurdos, sino porque aún es posible
al menos atemperar la catástrofe ambiental que se anuncia. Como mínimo,
debe ser considerada como un obstáculo insuperable al crecimiento económico a
medio y largo plazo. Eso incluyó el proyecto chino de la nueva ruta de la seda,
que prevé una inversión de US$ 5 trillones hasta 2049; podría fracasar si no
considera los estragos provocados por la catástrofe ambiental.
B. EL SISTEMA-MUNDO DEL
CAPITALISMO
Su polo dinámico está
pasando de los EEUU a China (¿o Chindia?)
y esa transición está marcada (1) por la
financierización del capital
y (2) por el clima de guerra. La
crisis del 2008 aún no terminó y la situación económica mundial continuará turbulenta
mientras el dólar USA sea la moneda de las transacciones internacionales. Ese
conflicto económico entre las potencias emergentes y las decadentes ya adquirió
forma de guerra: actualmente son guerras localizadas, étnicas, contra las
drogas o el terrorismo, pero pueden llegar a ser una guerra directa entre las
grandes potencias. China probablemente saldrá vencedora y modelará otra forma
de capitalismo -la economía verde-
conquistando la hegemonía mundial en el siglo 21. En ese contexto, el Brasil
del nuevo gobierno se alineará servilmente con el probable perdedor (EEUU).
Atención: Esa inserción
del Brasil como socio subalterno de los EEUU viene de la crisis del 2008: la
clase dominante rompió el pacto de no-agresión ofrecido por el PT y cambió el
proyecto desarrollista de los gobiernos de Lula y Dilma por la política de
Temer y Bolsonaro de subordinación al gobierno de los EEUU. Esto es
determinante en la explicación del golpe de 2016 y de la victoria electoral de
la derecha. Por su posición geopolítica y económica, el Brasil es un país clave
en América del Sur, donde sólo falta doblegar a Bolivia y a Venezuela a
los intereses estadunidenses.
C. EL SISTEMA BRASIL.
El resultado de las
elecciones dejó en evidencia el cambio en la correlación de fuerzas entre las
clases sociales. La clase dominante (compuesta por cerca de 40 mil familias que
se benefician con la financierización del capital, lo que no les impide
controlar también el proceso productivo) se aprovechó del descontento popular
manifestado en 2013 para romper el pacto
de no-agresión propuesto por el PT de Lula (en nombre de las clases
trabajadoras). Desde entonces recurre a la agresividad
para eliminar -o al menos apartar del campo político- a los grupos por medio de
los cuales las clases trabajadoras y los sectores subalternos se expresan o se
organizan (como el PT y sus aliados, Movimientos como MST, MTST, Indígenas, negros,
mujeres, LGBT y otros), o que las apoyan (como sectores de las Iglesias,
universidades, intelectualidad, etc.). Tal vez le quepa el rótulo de fascista a esa propuesta, por no ceder
espacio a la lucha de clases dentro de la institucionalidad democrática, sino
tender a la eliminación de las clases trabajadoras en cuanto agente político.
Atención: Ese cambio de
coyuntura tiene fuerte incidencia estructural
porque afecta directamente a la correlación de fuerzas de la lucha de clases.
La clase dominante -con sus distintos sectores (financiero, agronegocio,
minero, industrial, comercial)- optó por someterse a las grandes corporaciones
transnacionales, abandonando el proyecto nacional-desarrollista
propuesto por el PT en 2002 como base del pacto que sirvió de base a los gobiernos petistas. Por lo menos
temporariamente, la clase dominante logró la adhesión de las clases medias y
los votos de la masa popular. Para eso cuenta con la habitual colaboración de
los Medios
y el apoyo de las Iglesias neo-pentecostales y de sectores conservadores de las
Iglesias Evangélicas y Católica. Aunque su ideario político-social
dependa de pensadores de los quilates de Olavo Carvalho, eso parece bastar para
conquistar la adhesión de la gran masa de insatisfechos con el sistema actual,
que atiza el deseo de consumo pero no lo satisface.
El resultado fue la derrota de las clases trabajadoras.
En tres años de lucha
sus fuerzas quedaron exhaustas. Pero no se acabaron.
1-
En el campo político, cuentan todavía con
una bancada relativamente fuerte en la Cámara (si se hace un buen arco de
alianzas, sería suficiente para evitar la aprobación de PECs), algunos senadores
y gobiernos estaduales.
2-
En el campo social, los Movimientos
Sociales organizados y los Pueblos Indígenas dan muestras de resiliencia, como
también lo que resta de los sindicatos.
3-
En el campo del pensamiento, la mayor
parte de la población universitaria resiste a la propuesta fascista; las CEBs
las Pastorales Sociales, como también un número creciente de obispos católicos
y pastores, aunque minoritarios, no dejan morir el Cristianismo de la
Liberación; los y las artistas animan la resistencia popular, y sería posible
enumerar también otras fuerzas.
4-
En el campo económico las pequeñas unidades de economía solidaria y cooperativas
populares sobreviven, aunque al margen de la economía formal.
CONCLUSIÓN: Implicancias
prácticas.
1. Hay un problema estratégico
Hoy llegan
innumerables llamados a la resistencia: resistir a la prisión
de Lula, a los ataques a Territorios indígenas, a quilombolas y asentamientos
de trabajadores rurales, a la política de privatizaciones, a la reforma
previsional, a la reducción de la edad de imputabilidad penal, a la deforestación de la Amazonia y del
Cerrado, a la escuela sin partida, a
los ataques a defensores y defensoras de los Derechos Humanos, a la comunidad LGBT y tantas otras medidas
que se anuncian. No es posible, con todo, actuar en todos los frentes de
combate a que somos convocados y es muy triste abandonar a los compañeros en
manos de los enemigos. La sabiduría reside en lidiar en tantos frentes, reunir
fuerzas y hacer un trabajo bien articulado y formativo. Esa sabiduría
es importantísima hoy en día. Para eso, hay que restaurar las fuerzas.
2. Restaurar las fuerzas es fundamental
Es necesario
buscar refugio donde se pueda intercambiar ideas, rever serenamente los propios
errores y aciertos sin acusar a terceros. Ese retiro no es pérdida de tiempo.
Es un retroceso estratégico, donde sea posible hacer el proceso de formación
política y tejer nuevos lazos de solidaridad. Aunque ese retroceso
pueda dejar espacio para el avance de las hordas adversarias, sus
desaveniencias internas (que ya son evidentes) tienden a desgastarlas en poco
tiempo. Así, al volver a la lucha, seremos mucho más fuertes que hoy (y ellas
más débiles).
Claro que hay
demandas tan graves o urgentes que nos obligan a salir del retiro y volver a la
confrontación directa. Pero en ese caso el lado más débil sólo tiene chance de
victoria si está a la defensiva. Es sabido que las fuerzas del que se
defiende se multiplican por diez, siempre que su defensa sea sólida y no se
aventure a la lucha en campo abierto. Tal vez sea el caso de la reforma
previsional, de privatizaciones que violen la Constitución, la protección a los
defensores de los Derechos Humanos y la preservación de la Amazonia (que tiene
fuerte apoyo internacional).
3.
Volver a las bases
Es decir: dedicarse al trabajo
directo, personal, para trabajar en la concientización y en la organización.
Bases son los grupos de solidaridad
personal (familia, vecindario, iglesia, de amistad, de trabajo, asociación por
afinidad y otros) donde las relaciones personales se revisten de lazos
afectivos (y no necesariamente grupos populares). A esos grupos debemos volver,
ahora, cada cual donde sea bien recibido o recibida, siempre dando prioridad a
los grupos formados por gente pobre, vulnerable o joven. Se trata de ir a esas
bases para retomar el trabajo de educación política, esto es, de
concientización y de organización, sabiendo que exige capacitación y que lleva tiempo.
4. Ejercer (o reconquistar) la hegemonía
intelectual y cultural
Es la misión de
los y las intelectuales vinculadas/os a las clases trabajadoras. Esa misión fue
bien desempeñada a lo largo del siglo 20, cuando los valores democráticos,
igualitarios y libertarios se difundieron por todo el Occidente, avergonzando a
las personas que manifestaban divergencias (tradicionalistas, racistas etc.).
La victoria del capitalismo en la guerra
fría, sin embargo, favoreció el pensamiento de la derecha, que propone la desigualdad como factor de progreso,
y ve en las elites el resultado del orden natural.
Ese pensamiento
de derecha conquistó espacio en la
sociedad con una importante contribución de las religiones cristianas de
vertiente fundamentalista (incluida
la católico-romana).
-
En su versión vulgar, trajo el creacionismo, justifica
el racismo y el patriarcado, y otros sistemas de exclusión; en su versión
erudita, justifica la libertad individual como fundamento de la ley natural que
el Estado no puede cambiar.
-
En la versión teológica, separa cuerpo y alma y se
vuelca únicamente a la salvación del alma (por medio de ritos), dejando las
realidades materiales bajo el dominio del mercado.
Ese pensamiento
se difunde como defensa de la familia, de la vida y de los valores
tradicionales amenazados por el marxismo
cultural que es considerado como el gran enemigo de la civilización
occidental y cristiana: al no haber logrado derrotarla por la economía (fin del
socialismo soviético), quiere derrotarla destruyendo las bases morales de la
familia.
Aunque ese
pensamiento tenga una argumentación rasa y mal fundamentada, gana adeptos
recurriendo a las emociones: miedo
del diferente, miedo de la libertad femenina, busca de seguridad en el pasado
idealizado, orgullo de ser pobre pero honrado, etc. Después de su aparente derrota
ante la modernidad, vuelve a la superficie de forma agresiva atacando a quien
defiende un pensamiento liberador o libertario. Contra ese pensamiento se
recomiendan tres medidas:
1.
No repasar los mensajes que hablan de sus avances y
abusos,
2.
No doblegarse ante las intimidaciones y amenazas,
sino seguir adelante, y
3.
Siempre que sea posible rebatir los argumentos y
aclarar las ideas, pero ignorar los ataques personales.
Juiz de Fora, 11/12. 2018.
*Laico
católico, nacido en 1943, doctor en sociología, fue profesor em los Programas
de Pos-Grado en Ciencia/s de la Religión de la Universidad Federal de Juiz de
Fora y de la PUC-Minas. Es miembro de Iser-Assessoria
y de la Coordinación del Movimento
Nacional Fé e Política.
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