MIS ARTÍCULOS DEL MES DE JULIO
Con muchos deseos para superar esta catástrofe
del coronavirus.
1.
De la
pandemia cada uno somos responsables… por indiferentes, individualistas y
pasivos.
2.
¡No a
la esclavitud moderna!... que ha cambiado sólo de nombre.
3.
‘¡Sálvese
quien pueda!’… parece ser el lema de muchos, en particular entre los
grandes.
4.
El
nuevo orden mundial… será de quiénes lo hacemos realidad.
5.
¡No
existen los independientes!... porque tod@s estamos interrelacionados para
bien y para mal.
¡Buena lectura! Abrazo fraterno.
Pedro Pierre.
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1.
DE LA PANDEMIA, CADA UNO SOMOS RESPONSABLES, Pedro Pierre
Cuando buscamos el origen de la actual pandemia, señalamos
Estados Unidos, Inglaterra, China, Bill Gates, Fundación Rockefeller… Pero no
podemos olvidarnos de nosotros todos, porque, de esta pandemia, cada uno y cada
una de nosotros somos también responsables. Esta pandemia es el resultado de
nuestra indiferencia, nuestro individualismo y nuestra pasividad. Hemos sido
demasiados indiferentes a las repetidas llamadas a detener la contaminación
ambiental. Hemos sido demasiados cómplices de la destrucción de la naturaleza.
Hemos sido demasiados pasivos frente a las invitaciones a vivir de otra manera.
Y allí está el resultado catastrófico. El papa Francisco lo ha dicho: “En un
mundo enfermo no podemos estar sanos”.
Somos sanos cuando nuestra vida tiene la capacidad de
combatir los virus, las bacterias, las enfermedades. La sanidad es la vida
normal de nuestro planeta que, desde siempre, tiene la capacidad de regenerarse
cuando se lo agrede y destruye. El problema actual es que las agresiones y las
destrucciones son tan masivas que no le damos tiempo suficiente para lograr su
proceso de regeneración. Desde 2,017 esta regeneración ha pasa a ser negativa.
Y a pesar de eso seguimos destruyendo la naturaleza y la vida sana… menos
durante esta pandemia donde la naturaleza, a costa nuestra, se ha dado un
respiro… para ver si entendemos su llamada de atención.
Cada uno de nosotros y nosotras colaboramos de maneras
directas e indirectas a esta contaminación. Los gases de óxido de carbonos que
producen los autos, los buses, los camiones, los aviones, las empresas… son los
mayores contaminantes La utilización de plásticos se ha disparado contaminando
tierras, ríos, océanos… y consecuentemente los alimentos que consumimos. Por la
cantidad creciente de papel que mal utilizamos y botamos hace que la
deforestación está en crecimiento peligroso. Otros contaminantes que utilizamos
a diario son los detergentes y demás productos químicos que son un veneno
mortal para las plantas, los animales y también los humanos.
Nuestra vida y la vida en nuestro planeta no soportan más
destrucción y están colapsando. Los científicos nos aseguran, desde décadas,
que, a seguir en esta dinámica diabólica, dentro de 30 años, o sea, en 2,050,
ya no habrá vida sobre la tierra. Pero, no hacemos caso, estamos como en
tiempos de Noé cuando anunciaba un gran diluvio: nadie lo creyó y todos
perecieron. La pandemia es un aviso de la catástrofe que se aproxima si
continuamos igual…
Humanistas, naturistas, teólogos nos advierten que humanos,
animales, vegetales y nuestro planeta con el cosmos todo, somos una sola unidad
de vida y que su armonía no se puede destruir sin llevarnos a nuestra propia
destrucción. El libro del Génesis nos lo dijo: “Dios hizo una imagen de barro”
para crear a los seres humano. La palabra ‘hombre’-humus- en hebreo significa
‘tierra’. Símbolo que nos dice somos una sola vida: ‘tierra somos’, naturaleza
somos. El mismo libro bíblico no indica cual es nuestra misión sobre la tierra:
“Dios puso a Adán y a Eva en el jardín del Edén para que lo cuidaran y lo
cultivaran”. Esa es nuestra vocación: cuidar y cultivar la vida. ‘Cuidarla’ da
a suponer que la tierra no es nuestra: es un préstamo a cuidar para que todas
las criaturas puedan vivir, comer y sanarse, tanto las generaciones de hoy como
las de mañana. Y ‘cultivar la tierra’ nos quiere decir que hay suficiente
capacidad de alimentarnos para vivir bien si somos ‘cultos’, es decir,
cuidadores y cultivadores de la vida.
Al actuar agrediendo y destruyendo la vida, vamos contra la
naturaleza, contra nosotros mismos, contra la voluntad de Dios: no podemos sino
ir hacia la muerte segura. Vamos también contra el proyecto de Jesús que es el
Reino, o sea, la vida plena y feliz: “He venido para que tengan vida y vida en
abundancia”. Hemos nacido para colaborar al fortalecimiento y a la
multiplicación de la vida y del Bien Vivir; si no, nos destruimos.
Pero siempre es tiempo de cambiar… La pandemia nos ha hecho
cambiar muchas cosas, muchas costumbres, muchas actividades, muchas relaciones.
Ha de servirnos a reflexionar y recapacitar, porque ya la sexta extinción de la
vida en el planeta está en marcha, en una marcha acelerada: Es más que tiempo
para frenar esta locura de un suicidio colectivo dentro de pocos años.
Comencemos por dejar de destruir la vida: la vida de los demás, de los
animales, de las plantas, de la naturaleza en general. Dejemos de colaborar a
la destrucción de la vida para que haya menos emanación de gases de óxido de
carbono, menos uso de plásticos en nuestra casa, menos utilización de
detergentes y cuantas clases de químicos letales. Empecemos o continuemos de
comer más sanamente, es decir, de forma y con alimentos y bebidas más
naturales. Empecemos a exigir de nuestras autoridades locales y de nuestros
gobiernos la puesta en marcha de una manera más armoniosa de vivir en sociedad
y de tratar amigablemente la naturaleza. Volvamos a nuestras raíces
ancestrales: aprendamos de los indígenas la civilización del Bien Vivir… Todo
eso es posible, necesario y urgente.
2.
NO A LA ESCLAVITUD
MODERNA, Pedro Pierre.
El asesinato a manos de policías blancos del negro
estadounidense George Floyd ha revelado que el racismo es la forma disfrazada
de la esclavitud moderna. Hay que decirlo bien alto: todo trabajo o empleo cuyo
salario no cubre la canasta básica es un trabajo esclavo. En Europa y otros
países industrializados, las y los trabajadores en logrado en mayo de 1968 la
equivalencia entre la canasta básica y el salario mínimo. En Ecuador estamos
lejos de la cuenta: a medio camino si se considera que actualmente la canasta
básica ecuatoriana ha llegado a los 800 dólares, sin cubrir todos los elementos
que incluye la canasta europea. Nos engañamos si creemos que algún buen
gobierno nos va a regalar este derecho del salario mínimo equiparado a la
canasta básica. Nuestros derechos se conquistan en duras luchas, cuando se
hemos hecho conciencia de su necesidad y estamos organizados en consecuencia.
En Ecuador nos gana la falta de conciencia, organización y valentía.
¿Qué es lo que nos puede motivar para esta lucha? Partamos
de la semana laboral. Mediante numerosas luchas y mucha sangre derramada por la
represión, se había logrado que la semana de trabajo fuera de 6 días con 8
horas de trabajo diario y de un día de descanso obligatorio. La mal llamada ley
ecuatoriana recién aprobada de ‘apoyo humanitario’ ha derrumbado estos logros
sin que muchas ni muchos protestáramos por este atropello mayúsculo. Así se
pierden los derechos si no somos capaces de defenderlos. No sólo hay que echar
la culpa al gobierno de los empresarios, banqueros y corruptos, sino a nuestra
indiferencia, cobardía e insolidaridad.
Dejémonos sorprender por la Biblia. La organización del
tiempo en ‘semanas’ de 7 días viene de las religiones del Medio Oriente que
adoraban a la Luna. Esta organización fue asumida por el pueblo de Moisés y el
día de descanso fue insertado en los 10 mandamientos hace más de 1,000 años
antes de nuestra era. Dice lo siguiente este mandamiento en el libro bíblico
del Éxodo: “Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días,
y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso,
consagrado a Yavé, tu Dios. Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus
hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que
viven en tu país.”
Sí nos llama la este largo mandamiento más de 3 veces
milenario. En ese tiempo el día de descanso era el día sábado, primero de la
semana. Para marcar la nueva era en tiempos de Jesús de Nazaret el día de
descanso pasó a ser el domingo, reconocido igualmente como primer día de la
semana. Curiosamente en los tiempos modernos, por razones de economía
turística, se consideró el domingo como último día de la semana y se lo unió al
sábado para invitarnos a ir de paseo… Pero el paseo alcanza a pocos trabajadores…
Perversamente se levantó la costumbre del descanso dominical obligatorio con el
fin de abrir los supermercados y otros negocios. Pero ¡ojo: El descanso incluye
no sólo a las y los vendedores sino también a las y los compradores!
Digo ‘perversamente’ porque la justificación bíblica del
descanso semanal tiene 2 motivos: Era un día “consagrado a Yavé” el Dios del
Pueblo de Moisés. El otro motivo es señalado por el texto bíblico en la
introducción que se da a los 10 mandamientos: "Yo soy Yavé, tu Dios, el
que te sacó de Egipto, país de la esclavitud.” La finalidad de los 10
mandamientos era la negación de la esclavitud. Con el pasó de los siglos se
transformó los 10 mandamientos en preceptos individualistas y espiritualistas,
cuando originalmente era el resumen de la Carta Magna del Pueblo de Moisés que
buscaba proclamar que ya no eran esclavos ni se hacían esclavos unos de otros.
Por reafirmar esta libertad frente a la esclavitud de Egipto dejaban de
trabajar un día a la semana, varones y mujeres, niños y ancianos, extranjeros y
hasta los animales. Veían en este propósito la mano de Dios que los ayudó a
lograr esta libertad. El trabajo dominical es actualmente, además de los
salarios de miseria, los grandes signos de la esclavitud moderna. ¡Cómo han
cambiado los hábitos en 3 milenios! Tal vez nos hayamos olvidado de que Dios es
un Dios liberador de los esclavos y de las víctimas de las injusticias… porque
la fe no es sólo creer en Dios, es vivir como hermanos iguales y de manera
equitativa.
¡Cuán lejos estamos del proyecto de Moisés, que es el
proyecto de Dios y también el proyecto de Jesús! ¿De qué sirve que en nuestra
Constitución estemos “invocando el nombre a Dios” si lo transforma en el dios
de los opresores y de la esclavitud?
Que el descanso dominical nos haga valorar nuestra dignidad,
reconocer nuestros derechos, construir una fraternidad equitativa, desbancar
ese maldito sistema neoliberal y ser varones y mujeres libres, libres para
trabajar, descansar, conformar un país donde vivamos en paz y felicidad mayor.
También podemos preguntarnos sobre Dios en todo esto: “¿De qué color es la piel
de Dios?”
3.
“¡SÁLVESE
QUIEN PUEDA!”, Pedro Pierre
Tenemos que hacernos a la idea
que la pandemia se va a quedar, seguramente más calmada, pero siempre con
algunos rebrotes. Vamos a tener que aprender a vivir con ella, como hemos
aprendido a vivir con la tuberculosis, el dengue, etc. Esta pandemia lo está
dejando todo por los suelos… personas, economía, empleo, proyectos individuales
y colectivos…
Leonardo Boff, gran especialista
de la teología de la liberación sobre la Ecología, o sea, el Cuidado de la
Naturaleza, nos advierte en un artículo titulado “El coronavirus: un ataque de la Tierra contra nosotros”, donde escribe: “La
Tierra ya ha perdido su equilibrio y está buscando uno nuevo. Y este nuevo
podría significar la devastación de importantes porciones de la biosfera y de
una parte significativa de la especie humana. Esto sucederá, aunque no sabemos
ni cuándo ni cómo… La actividad humana es responsable de la producción masiva
de muerte de seres vivos… Si insistimos en mantener el consumo actual, especialmente
el consumo no necesario, tenemos que aplicar más violencia contra la Tierra
obligándola a darnos lo que ya no tiene o ya no puede reemplazar… O cambiamos
nuestra relación con la Tierra viva y con la naturaleza o tendremos que contar
con virus nuevos y más potentes que podrían aniquilar millones de vidas
humanas. Nuestro amor a la vida, la sabiduría humana de los pueblos y la
necesidad del cuidado nunca han sido tan urgentes.”
Estamos sobre aviso. ¿Estamos
conscientes de esto y de su gravedad? ¿Tenemos amor a la vida? ¿Contamos con
nuestra sabiduría como pueblo ecuatoriano? ¿Estamos decididos a cuidar la
naturaleza? Parece más bien que es el “¡Sálvese quien pueda!”, cada uno
volviendo a su actividad de antes como si nada hubiera pasado, a esta
‘normalidad’ que nos llevó a esta pandemia. Hablemos claro: es nuestra manera
de mal vivir que no respeta a las personas y destruye la naturaleza que ha
permitido la irrupción de esta pandemia. Más que nunca tenemos que aprender a
vivir juntos de manera más armonioso donde nos solamente nos cuidamos
individualmente, sino que nos unimos y organizamos para evaluar nuestra manera
de vivir y la validez de nuestras actividades profesionales, culturales,
recreativas… Más que nunca nos necesitamos unos de otros para cambiar
personalmente nuestra falta de consciencia, de espíritu crítico, como también
llegar a ser suficientemente decididos y valientes para dejar de hacer lo que
es dañino para nosotros, los demás y la naturaleza. No es tan fácil, peor si
pensamos que todavía es un asunto secundario o que solitos lo vamos a lograr.
Tenemos igualmente que
despertar y cultivar nuestra espiritualidad, o sea, nuestra capacidad de sacar
fuerza desde lo más hondo de nosotros para vivir como debe ser. La
espiritualidad no es un conjunto de actos religiosos, de oraciones
tradicionales o de devociones individuales. Nuestra religión nos ha
acostumbrado a negocias con Dios y a pedirle que resuelva nuestros problemas,
cuando somos nosotros que tenemos que enfrentarlos y superarlos juntos.
‘Juntos’, ‘en comunidad’, ‘organizadamente’ son las palabras claves para salir
adelante y evitar nuevas pandemias más devastadoras.
Nuestra vida está en las
“manos de la Tierra” y la Tierra está en nuestras manos. Ella no necesita de
nosotros para existir y nos va a eliminar si seguimos agrediéndola tal como lo
estamos haciendo directa o indirectamente. Nosotros sí, necesitamos de la
Tierra para que produzca lo que nos hace falta para vivir: aire puro, agua no
contaminada, tierra fértil, alimentos sanos, clima amigable, temperaturas
equilibradas… es decir: lo que estamos destruyendo a diario y desmesuradamente
desde más de 50 años. O nos unimos para salvarnos juntos -y nos hablamos de la
futura generación- o nos perdemos todos antes de 30 años. El “¡Sálvese quien
pueda!”, sencillamente, es un crimen. Y Dios dijo: “No matarás”.
4. EL
NUEVO ORDEN MUNDIAL, Pedro Pierre.
La pandemia del coronavirus
está acelerando la puesta en marcha del nuevo orden mundial: ya no vamos a
vivir como antes. La minoría de los super poderosos del 1% busca cómo
fortalecer la dictadura mundial del dinero para que los siga beneficiando
indefinidamente. Lo estamos padeciendo en nuestro país: no sólo la pandemia no
se ha detenido, sino que la corrupción se ha disparado, revelándose como el
cáncer de todas las instituciones. El gobierno de los empresarios, banqueros,
exportadores e importadores, o sea de todos los traficantes a costa de la
mayoría de la población, aprovecha este tiempo para hacer leyes que los van
consolidando en su saqueo del país y en la explotación descarada de los
trabajadores. Los medios de comunicación ya no pueden tapar las fechorías de
los grupos organizados para robar y sacar su dinero a los paraísos, al amparo
del mismo gobierno. La proximidad de las elecciones atiza las pugnas internas
por el poder como lo henos visto con la elección de la cuarta funcionaria de la
vicepresidencia, elegida como mal menor y con una hoja de vida bastante
manchada por su paso tanto por las aduanas como en la defensa de los
empresarios de la Cervecería nacional en tiempos de la gran huelga de sus
empleados.
Estamos en el gran ensayo del
nuevo orden mundial por parte de los más poderosos para que quedemos ‘bestias
de carga’ al servicio de sus crecientes privilegios. Se empeñan a que la crisis
mundial aumente su propio poder. La pandemia les cae de maravillas para sus
propósitos. Tres son las causas de esta crisis global. Por una parte los
grandes capitalistas se dan cuenta que su sistema, desde su desplome en 2008,
ya no da más, porque las desigualdades son cada vez más inmensas entre los más
ricos y los más pobres: la situación mundial se les vuelve cada vez más difícil
de controlar. Por otra parte, también se dan cuenta que su sistema perverso
destruye irremediablemente la naturaleza y la vida humana y que no se puede
seguir así sin fomentar su colapso a corto plazo. Al no poder explotar descaradamente
los recursos naturales, buscan cómo explotar más a todos los seres humanos. El
tercer problema que enfrentan es la toma de conciencia mundial de que su
sistema es insostenible. El consumismo de una vida desenfrenada no trae la
felicidad y la catástrofe de la vida en la tierra es cada vez más certera y
cercana. Por eso las multitudinarias manifestaciones del año pasado contra el
neoliberalismo y las de este año contra el racismo están desbordando a los
detentores del poder mundial, una extrema minoría blanca y racista, decidida a
utilizar todos los medios para conservar y aumentar su poder y su riqueza.
Ese es el cuadro en el que nos
encontramos: se está repitiendo el viaje mortal del Titanic y su orquesta
diabólica nos está tocando melodías románticas para distraernos de la tragedia
que nos espera. La diferencia actual es que ya sabemos que vamos a chocar
contra un mortal iceberg y que, si lo decidimos, podemos evitar parte del
desastre al que corremos. Se trata por una parte de cambiar la tripulación que
nos gobierna, hacer cambiar el rumbo del barco y reorganizar no sólo toda la
convivencia de los pasajeros sino también su mentalidad individualista y
pasiva.
Quién más trabaja por estos 3
objetivos es el papa Francisco que no se cansa de denunciar frontalmente la
perversidad del sistema neoliberal, nos anima a organizarnos a todos los
niveles para ser los protagonista de una nuevo orden mundial más humano y
cuidadoso de la naturaleza. De mil maneras busca despertar a los cristianos
para que dejemos la visión de un cristianismo adormecedor, espiritualista,
clerical y patriarcal, para transformarlo en liberador, humanizante y custodio
de la naturaleza, tal como lo quiso su fundador Jesús de Nazaret. Por todas
partes hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes y humanistas de todos los
países se están organizando en múltiples grupos y asociaciones para crear un
gran movimiento de conciencia y de lucha que está abriendo caminos de
esperanza, de vida, de fraternidad y de comunión con la utopía que nos habita:
una armonía universal y cósmica. Eso es nuestro destino y nuestra felicidad.
¡Ojalá estemos y nos encaminemos en esta dinámica salvadora!
5. NO EXISTEN LOS ‘INDEPENDIENTES’, Pedro Pierre.
Somos
tan independientes que hemos llegado a un grado de descomposición social poco
visto… No hace falta que Dios nos castigue, nos castigamos más que lo
suficiente nosotros mismos. “¡En río revuelto ganancias de pescadores!” Eso
salta a la vista actualmente: parece que cada cual agarra lo más que puede de
donde puede… Por eso ‘no existen los independientes’: nadie es una isla. Más
bien todos somos responsables de todos y de todo lo que pasa, pero preferimos
‘las tinieblas y la oscuridad a la luz’, no queremos ver que somos cobardes,
cómplices y encubridores de nuestra propia realidad.
En
la Asamblea nocional abundan los independientes. ‘Independientes’, los que
robaron las medicinas destinadas a combatir el coronavirus. ‘Independientes’,
los que aprueban leyes contra los trabajadores y a favor de la explotación
laboral. ‘Independientes’, los que votan a favor de la injusticia y la mentira
bajo la argucia de que los ricos nos van a salvar. ‘Independientes’, los que se
van de la bancada del gobierno porque ‘el barco hace agua por todas partes’ y
no les vale su imagen si quieren volver a presentarse a algún cargo público.
‘Independientes’, los que se aprovechan de su puesto para robar descaradamente
en el IESS (Instituto de Seguridad Nacional), en los Ministerios, en las
empresas y hasta en el quiosco de la esquina. Las redes sociales abundan de
denuncias desde el presidente hasta el portero de la escuela… Somos la
vergüenza internacional y vamos de mal en peor.
¿Quién
no ha escuchado ‘Yo no me meto en política’ o ‘No me interesa lo que pasa’?
Pero sí, exigimos ser bien tratados, aparentamos, damos coimas al policía,
alabamos a los corruptos, invocamos a Dios que sabe lo que hace y todo lo tiene
controlado… ¡Qué hipocresía la nuestra! El país se va a la ruina, pero “¡Aquí
no pasa nada!” Aumentan la pobreza y el desempleo, aumentan la desconfianza y
la preocupación, aumentan la mentira y la falsedad, aumentan la angustia y la
amargura de los jóvenes que no saben adónde acudir para encontrar trabajo y
seguridad para su futuro o sus estudios o su dignidad. ‘Miramos por otro lado’ bajo
el pretexto que todo el mundo roba y la crisis es global.
La
pandemia está cayendo de maravilla a los que nos gobiernan y nos emplean:
logran saquearnos más fácilmente que en tiempos normales. Y lo que viene se
vislumbra como más de lo peor. Al nivel eclesial han desaparecido los profetas,
los Proaños, los Luna Tobar, los Muñoz Vega… Unos escriben por aquí, otros
pocos gritan por allá. Todos contra la corrupción, pero nadie para denunciar y
enfrentar las causas de la corrupción que se ampara del sistema neoliberal…
porque ‘no hay que meterse en política’. ¡Independientes! Y las cosas siguen
iguales y peores.
¿Cuándo
se entenderá que todos somos interdependientes, interconnectados,
interrelacionados? La pandemia nos lo demuestra: nadie se escapa de esta gripe.
Lastimosamente las y los que están con pocas defensas o con enfermedades no
resisten y mueren. Un país es un solo cuerpo: lo bueno que se hace en cualquier
parte beneficia a todos, como lo malo que uno hace o encubre afecta también a
todos. Po eso estamos como estamos: demasiado mal… y sin saber hasta cuándo.
Pero
lo podemos saber y cambiarlo si empezamos a dejar de ser ‘independientes’,
cobardes, cómplices, encubridores, corruptos; si comenzamos a reconocer que lo
más mínimo que hacemos en bien o en mal repercute sobre el conjunto del
Ecuador; si llamamos ‘pan lo que es pan y mentira lo que es mentira’; si
comprendemos que somos el resultado de los que hacemos individual y
colectivamente; si buscamos vivir como humanos y no como arrastrados, borregos
y burros; si decidimos ser amables , fraternos, justos, incorruptibles; si nos
unimos para cooperar en la ayuda y el compartir entre vecinos, la solidaridad
entre generaciones; si nos organizamos para vivir más sana y fraternalmente; si
somos convencidos que la felicidad es el fruto de la amistad y generosidad
entre todos; si creemos que Dios nos necesita para construir un mundo donde
todos quepamos y que para eso nos ha dado los talentos que todos tenemos,
muchas veces lastimosamente escondidos o enterrados como tesoros en nuestra
propia miseria.
Tenemos
el gobierno que nos merecemos y somos el país que presentamos al mundo, porque
así hemos permitido que sean. Si cambiamos personalmente, no habrá cualquier
gobierno que nos mal gobierne ni país que nos avergüence, porque el gobierno lo
elegimos nosotros y el país somos la suma de todas y todos. “¡Que nuestro sí
sea sí y nuestro no, no!” Hoy más que nunca, por la pandemia, la crisis global
y esta catástrofe de país con sus terribles consecuencias, se nos exige más que
nunca sellar un nuevo pacto social donde lo de todos necesita de nuestro
respaldo consciente y decidido, un pacto a la manera de los dos personajes
bíblicos Rut y Noemí, diciéndose la una a la otra: “Donde tú vayas, iré yo; y
donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
Donde tú mueras, allí también quiero morir y ser enterrada yo. Que el Señor me
castigue como es debido si no es la muerte la que nos separe"…
…
porque todas y todos somos Rut y todas y todos somos Noemí.
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