HE AQUÍ MIS ARTÍCULOS DEL MES DE AGOSTO
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Economía y Biblia… porque hay mucho que aprender.
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Política y Biblia… ¡Cuán lejos estamos de las opciones
políticas bíblicas!
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Ideologías y Biblia… para estar más claro sobre lo que
pensamos inconscientemente.
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La civilización del compartir comunitario… para abrir
alternativa de vida mejor tanto en lo personal cono lo social.
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Leonidas Proaño: El Patriarca de la solidaridad… sin fronteras.
1. ECONOMÍA Y BIBLIA,
Pedro Pierre
En estos tiempos de
crisis social profunda y de búsqueda de un nuevo modelo de sociedad, vamos a
profundizar sobre lo que la Biblia puede aportarnos hoy. Estamos acostumbrados
a pensar que la Biblia nos da casi exclusivamente respuestas religiosas a
nuestros problemas. No nos detenernos mucho en descubrir cómo estaba organizado
el pueblo que nos regaló333 el libro más leído del planeta. La Biblia no nos da
la respuesta inmediata a nuestros problemas, pero puede darnos caminos y
criterios que nos confirman que otra y mejor manera de vivir en sociedad es
posible. Vamos a tratar de descubrir lo que nos enseña el pueblo de la Biblia
sobre la economía.
Por economía, entendemos
que esta no se limita a cuestiones financieras, sino cómo se organiza la
sobrevivencia de las personas y la repartición de los bienes y riquezas de la
tierra para una vida decente. ¿Cómo enfrentaron este desafío el Pueblo de
Jesús, el mismos Jesús y los primeros cristianos? La historia que nos cuenta la
Biblia no es sólo espiritual sino también económica.
Los primeros padres
del Pueblo de la Biblia fueron una pareja, Abraham y Sara, que decidieron dejar
su tierra. Estaban desconforme con la organización social de los reyes que los
mantenían en la explotación, la cual estaba justificada por la religión.
Optaron por buscar mejor suerte en otro lugar. Sintieron que está decisión
provenía de un llamado divino. Eran un pequeño grupo de familias que buscaban
vivir en mayor fraternidad y mayor equidad. Deseaban una repartición de los
bienes materiales y de subsistencia, que correspondiera a la satisfacción de
las necesidades básicas de cada familia. En esta peregrinación o migración
hicieron la experiencia de un Dios cercano y amistoso. Y así llegaron a las
tierras de la actual Palestina donde se establecieron ellos y luego sus
descendientes.
Después de varias
generaciones, una hambruna obligó estos descendientes de Abraham y Sara a
buscar refugio en Egipto, pero en una situación de esclavitud que se alargó
durante varios siglos. Conservaron el recuerdo de Abraham y Sara como también
del Dios que estos habían descubierto.
Este recuerdo y esta
fe les ayudaron a salir de Egipto gracias al liderazgo de otra pareja, Moisés y
su hermana Miriam. Como sus primeros antepasados decidieron buscar mejor suerte
volviendo a las tierras de Canaán-Palestina. Retomaron el proyecto de Abraham y
Sara: libertad colectiva, fraternidad equitativa y fe en un Dios amistoso. Tal como
pasó con Abraham y Sara descubrieron que Dios los acompañaba en su proceso de
liberación y en su decisión de vivir libre, fraterna y equitativamente.
En el desierto del
Sinaí, el mayor desafío era la sobrevivencia: ¿cómo no morir en el intento? Una
experiencia significativa les hizo descubrir la necesidad de organizar el
compartir equitativo entre familias. En el camino del desierto encontraron una
planta que producía unos granitos muy particulares. Eran comestibles, pero no
se conservaban más que un día. Fue la experiencia del maná que nos cuenta el
segundo libro de la Biblia: el Éxodo. “Cada uno recogía lo necesario para la
gente de su tienda de campaña… Cuando lo midieron con el decalitro, ni los que
recogieron mucho tenían más, ni lo que recogieron poco tenían menos: cada uno
tenía su ración”.
En esta travesía del
desierto que duró 40 años, o sea, el tiempo de toda una generación, el pueblo
de Moisés hizo una experiencia a la vez ‘económica’ y religiosa. Su
organización ‘económica’ del compartir equitativo los llevó a reconocer que el
Dios de sus antepasados los seguía acompañando como amigo, consejero y
liberador con ellos, los esclavos de Egipto y los pobres del desierto.
Una vez en Canaán, se
complementó esta costumbre del compartir equitativa por unas leyes que
limitaban la acumulación de tierra y de dinero: “No ha de haber pobres entre
ustedes”. Cada 7 años se perdonaban las deudas a quienes no las podían
realmente pagar: era la ley ‘sabática’. Cada 50 años las propiedades embargadas
o vendidas eran devueltas a su primer propietario: era la ley ‘jubilar’ en “el
año de la gracia del Señor”. Hay que saber que, al llegar en Canaán, la
repartición de tierra a cada familia: la ley decía que la tierra no se compra
ni se vende.
Siglos después, Jesús
de Nazaret que venía para “anunciar Buenas Nuevas a los pobres” retomó el
proyecto de Moisés y Sara y “proclamar el año de la gracia del Señor”. Además,
Jesús y el grupo de los 12 apóstoles, hacían “bolsa común”. Al enseñarles la
oración del Padrenuestro, Jesús les invitó a pedir: “Danos hoy el pan de cada
día”. Y la eucaristía iba a ser “el nuevo maná que había bajado del cielo”: el
alimento del compartir. En su parábola de los obreros
contratados para trabajar en una viña, al final del día todos recibían el mismo
salario, sin haber trabajado igual tiempo, porque el salario debe cubrir el pan
del día para toda la familia. En cuanto a los primeros cristianos, sabemos que
“todo lo ponían en común: entre ellos no había ningún necesitado”.
Parece que los
bautizados en la fe de Jesús nos hemos olvidado bastante de sus palabras y de
sus prácticas, como también de las de sus primeros seguidores… como si no
fuéramos los descendientes de Abraham y Sara y de Moisés y Miriam. ¿Por qué no
nos inspiramos en las lecciones económicas que nos da el Pueblo de la Biblia,
en vez de volver a esconder a Dios, a Jesús y a los primeros cristianos en las
sacristías y “en los cielos”? Tenemos allí unas alternativas económicas a la
desastrosa situación nacional actual. afín honrar el nombre de cristianos que
llevamos y ser dignos y valientes descendientes de Abraham, Sara, Moisés,
Miriam y cuantos más.
2. POLÍTICA
Y BIBLIA, Pedro Pierre
La meta de la
política es la organización armoniosa de la convivencia nacional mediante el
cuidado de los bienes comunes. La Constitución es la norma mayor que orienta
todas las leyes, define las instituciones y obliga a todos los ciudadanos.
La Corte Constitucional define la interpretación de la Constitución. Se llama
‘Estado ecuatoriano’ al conjunto de instituciones y entidades nacionales y es
dirigido por cinco poderes superiores: legislativo, ejecutivo, judicial,
ciudadano y electoral. El poder legislativo constituido por asambleístas
elegidos está encargado de hacer leyes y fiscalizar el poder ejecutivo. El
poder ejecutivo está constituido por el gobierno que comprende el presidente,
el vicepresidente, los ministros y los gobernadores provinciales. El poder
judicial está constituido por la Corte Nacional de Justicia que interpreta las
leyes y su aplicación, y nombra los jueces; los abogados ayudan a defender los
derechos ciudadanos. El poder ciudadano nombra y controla los directores las
distintas instituciones y entidades estatales; vigila y castiga a los autores y
cómplices de corrupción; sus integrantes son elegidos mediante el sufragio de
los ciudadanos. El poder electoral reconoce los movimientos y partidos
políticos, organiza las elecciones nacionales, provinciales y locales,
contabiliza los votos y proclama los candidatos.
La democracia
participativa se basa en la igualdad de todos los ciudadanos, la participación
en los poderes del Estado, el respeto de sus derechos, y la defensa de las
víctimas de abusos y atropellos. No funciona la democracia, por una parte,
cuando el gobierno, saliendo de sus atribuciones, persona a los demás poderes
del Estado, fomenta la corrupción, atropella los derechos humanos, facilita la
acumulación de riquezas y bienes, controla los medios de comunicación. Por otra
parte, no funciona la democracia cuando los ciudadanos nos desinteresamos de la
organización de nuestro país, de nuestros derechos inscritos en la Constitución
y sobre todo cuando no participamos en los espacios que nos ofrecen los
distintos poderes del Estado. Un país tiene el gobierno que se merece y un gobierno
hace lo que le permitimos como ciudadanos. La mayoría de nuestros males se
originan en nuestro desinterés, individualismo y pasividad.
Si la leemos con
atención, la Biblia nos informa sobre la organización política del Pueblo de
Moisés y Sara. Con los 10 mandamientos nos presenta un resumen de su proyecto
político: Son los 10 puntos mayores de su Carta Magna, o sea, los cimientos de
su Constitución. Nosotros hemos hecho de los 10 mandamientos unas meras normas
individuales, distorsionando su propósito original que era y es la defensa de
la organización y de las instituciones del Pueblo de Jesús.
En los primeros
mandamientos nos advierte que la visión de Dios determina la organización
social. Al creer un solo Dios creador de los humanos, se sacó la conclusión que
todos los humanos somos iguales y con iguales deberes y derechos. Al creer en
un Dios liberador con ellos, los miembros del Pueblo de Dios dedujeron la
perversidad de la esclavitud que nace principalmente de la acumulación de
bienes y la dominación de los propietarios sobre los no propietarios. Los demás
mandamientos tratan de la convivencia armoniosa entre todos mediante el respeto
a la vida, la familia, la verdad, el descanso semanal, las herramientas de
trabajo.
Desde el principio,
gracias a la experiencia de los pueblos del desierto del Sinaí, Moisés y Sara
organizaron la descentralización en las decisiones. El suegro de Moisés le
sugirió que se organizaran por grupos con un coordinador que tuviera poder de
decisión: “Elige entre los hombres del pueblo algunos que sean valiosos y que
teman a Dios, hombres íntegros y que no se dejen sobornar, y los pondrás al
frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta o de diez. Ellos
harán de jueces para tu pueblo a cualquier hora; te presentarán los asuntos más
graves, pero decidirán ellos mismos en los asuntos de menos importancia. Así se
aliviará tu carga pues ellos la llevarán contigo”. ¡Cuán lejos estamos en
Ecuador de esta organización ‘bíblica’! ¡Qué triste no encontrar movimientos ni
partidos políticos llenos de buenos cristianos amantes de la Biblia incapaces
de practicar este modelo participativo de organización política! ¡Qué pocos
consecuentes somos los seguidores de Jesús de Nazaret al no reclamar nuestros
derechos ni resistirnos al atropello de tener que votar por hombres elegidos a
dedo y sin criterios por un grupúsculo de supuestos dirigentes de partidos que
deciden según sus intereses materiales!
En su tiempo Jesús
retomó este proyecto de Moisés y Sara: lo llamó el Reino de Dios. Denunció
categóricamente las 3 tentaciones que terminan sustituyendo a Dios y
transformado la organización social en la dominación de unos pocos sobre la
inmensa mayoría. Estas 3 tentaciones son la búsqueda de poder sin
participación, de dinero sin límite y de fama sin compromiso. A sus apóstoles
los advierte: “Los que se consideren jefes de las naciones actúan como
dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así
entre ustedes”.
¡Cuánto hace falta
volver a la visión política de la Biblia para denunciar en nombre de Dios los
responsables de la miseria que nos imponen nuestras autoridades, de la
marginación a la que nos condenan, de la confusión que fomentan, de la
violencia que provocan! Es más que tiempo de despertar y decidir vivir humana y
fraternalmente.
3.
IDEOLOGÍAS Y BIBLIA, Pedro Pierre
Las ideologías
expresan los distintos proyectos sociales que orientan la economía y la
política. Provienen de 5 espacios sociales: la educación escolar, las culturas,
los medios de comunicación, los movimientos y partidos políticos y las
religiones. Todos tenemos nuestra ideología consciente o inconsciente porque
todos recibimos permanentemente las influencias de estos 5 espacios. Las
ideologías se dividen en 2 principales: la de los dominadores ricos y la de los
dominados pobres. Todos entramos en una de estas 2 ideologías: Estamos o a
favor de los ricos o a favor de los pobres.
Los ricos imponen la
ideología capitalista, o sea, la acumulación de bienes y riquezas sin límites
en sus manos. Esta situación crea la pobreza que es causada por la explotación
y el despojo de los trabajadores. El sistema capitalista es una violencia
permanente porque no tiene otra alternativa para mantenerse. Desde siempre los
trabajadores han buscado zafarse de la dominación de los ricos y han puesto en
marcha 2 alternativas.
En los tiempos
modernos han surgido 2 ideologías anticapitalistas: la socialista y la de Bien
Vivir. La ideología comunista es una rama más radical del socialismo, por
ejemplo, por calificar la religión de “opio del pueblo”. El sistema capitalista
es un sistema esclavista que duró sin contrariedad hasta los tiempos de la
Revolución francesa en 1789 que marcó el fin de la época feudal. La Iglesia
católica se distanció del capitalismo no hace más de 70 años con la renovación
producida con el Concilio Vaticano 2°.
La palabra
“socialismo” fue empleada por primera vez en 1766 por el monje italiano
Ferdinando Facchinei al retomar las propuestas de 2 personajes franceses
famosos, ideólogos de la Revolución francesa, que eran sus contemporáneos. El
uno es el escritor francés Juan Jaques Rousseau que proponía un “contrato
social” entre el Estado y el Pueblo, basado en la libertad y la igualdad
social. El otro fue el filósofo Henri de Saint Simon, considerado el ’padre del
socialismo’, que proponía como tarea del Estado una repartición más equitativa
de la riqueza nacional.
Aquí podemos recordar
la carta de los obispos nicaragüenses, de noviembre
de 1979,
favorables al socialismo que era la opción del gobierno sandinista: “Si socialismo significa preeminencia de los intereses de la mayoría de
los nicaragüenses y un modelo de economía planificada nacionalmente solidaria y
progresivamente participativa, nada tenemos que objetar. Si socialismo implica
una creciente disminución de las injusticias y de las tradicionales desigualdades
entre las ciudades y el campo, entre la remuneración del trabajo intelectual y
del manual; si significa participación del trabajador, en los productos de su
trabajo, superando la alienación económica, nada hay en el cristianismo que
implique contradicción con este proceso. Si socialismo
supone poder ejercido desde la perspectiva de las grandes mayorías y compartido
crecientemente por el pueblo organizado, de modo que vaya hacia una verdadera
transferencia del poder hacia las clases populares, de nuevo no encontrará en
la fe sino motivación y apoyo. Si el socialismo
lleva a procesos culturales que despierten la dignidad de nuestras masas y les
comunique el coraje para asumir responsabilidades y exigir sus derechos, se
trata de una humanización convergente con la dignidad humana que proclama
nuestra fe.”
Actualmente la cosmovisión indígena del Bien Vivir se ha tornado
propuesta universal de un cambio social que permita el empoderamiento de las
grandes mayorías pobres y la convivencia armonios con la naturaleza: “Ofrecemos al mundo la Cultura de la Vida, o sea, el camino de la vida en
plenitud”. Son
palabras del vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca. Sus
principales ejes del Bien Vivir son: El trabajo al servicio del bienestar de
todos, la identidad es la primera fuente de la dignidad, una vida equilibrada
trae justicia social, la libertad nace de la solidaridad, la armonía con la
naturaleza asegura la salud, la educación comunitaria es la madre de la
sabiduría.
Hagamos una
remembranza de los 3 pilares de la organización del Pueblo de Jesús tal como
nos la transmite la Biblia: la libertad colectiva, la equidad y la fe en un
Dios liberador. Jesús de Nazaret retomará estos 3 caminos para la realización
del Reino de Dios. Su opción ideológica es que todo esto sea obra de los pobres
conscientes, organizados y decididos. “¡Felices los pobres porque de ellos es
el Reino de Dios!”. San Pablo confirma esta opción cuando escribe a los
cristianos de Corinto: “Dios ha elegido lo que el mundo
considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en
este mundo para confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido lo que es común y
despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es.”.
Por estos motivos el papa Francisco se reúne regularmente con los movimientos
sociales porque los considera los mayores protagonistas de una organización
social más conforme a la dignidad humana, la convivencia social y los derechos
de la naturaleza. En su Carta “Todos somos hermanos y hermanas” nos apremia a
construir la ‘hermandad universal mediante la fraternidad sin frontera, la
amistad social, el amor político y una espiritualidad liberadora’.
Los cristianos debemos dedicarnos a hacer una lectura económica, política e
ideológica de la Biblia porque es la historia de un Pueblo pobre que decidió
vivir en libertad, fraternidad e igualdad en nombre de su fe en un Dios amigo,
compañero y liberador. Así podremos aportar más eficazmente nuestro grano de
arena a la construcción de un país y un mundo más humano y feliz. Si, entre
todos, tomamos en serio la vida, el respeto a los demás y a la naturaleza,
legaremos un mundo habitable a las futuras generaciones.
Debemos sacar las consecuencias de nuestra ideología: Todos colaboramos
tanto al caos de nuestro país como a su resurgimiento armonioso según nuestra
manera de vivir y de creer. La puesta en marcha de un país digno y feliz está
en nuestras manos juntas.
4.
LA CIVILIZACIÓN DEL COMPARTIR COMUNITARIO, Pedro Pierre
“América Latina debe
liberarse de imperialismos explotadores”. La frase es del papa Francisco. ¿Será
el sueño y el compromiso de los ecuatorianos en estos tiempos en que estamos
yendo de mal en peor? La pobreza es creciente, la falta de empleo escandalosa,
las desigualdades a la vista, la corrupción campante, la violencia
generalizada, la falta de medicina sin solución a la vista, la cancelación de
médicos y de profesores indignante… y un largo etcétera. que nos deja
desesperados y atemorizados. ¿Quién no se queja? Pero, ¿cuántos somos que nos
organizamos y tomamos las decisiones correspondientes para que la situación de
nuestro país cambie realmente? ¿O, como siempre, esperamos que otros resuelvan
nuestros problemas?
La preparación de las
elecciones locales para principios de 2023 nos deja muy dudosos, con muchas
preguntas y poca esperanza. La farsa de las elecciones primarias en todos los
partidos políticos es espantosa: “Lo que comienza mal termina mal”. No podemos
confiar en dirigentes nombrados a dedo o porque son ‘amigos del jefe’. “Todo lo
que está hecho para mí sin mí, va contra mí”, decía Gandhi. ¿Cuáles son los
grandes ejes de los programas políticos de los partidos que presentan
candidatos los unos más valiosos que los otros? Parece que no hay ni partidos
ni movimientos políticos, sino organizaciones electorales que sólo buscan ganar
elecciones, tener el poder en exclusiva y hacer lo que les venga en ganas,
porque estas maneras de proceder no pueden llevarnos a otras conclusiones.
En las redes sociales
aparece lo mejor y lo peor. Nos quedamos con muchas dudas por no saber quién es
quién y cuál es el menos mentiroso y ladrón. Nos cuesta mucho discernir dónde
está la verdad. Y ha de haber muchos que botan la toalla diciendo que “todo es
un engaño”. Debemos convencernos que si los partidos políticos y los candidatos
nos tratan así, es porque se lo permitimos al no exigirles que nos respeten,
nos escuchen y nos tomen en cuenta. No podemos reclamar derechos si no
cumplimos ningún deber, como tampoco no podemos exigir maravillas de quienes
nos desinteresamos. Así de sencillo.
Primero tenemos que
estar claros sobre lo que queremos y no limitarnos a quejarnos, reclamar e
insultar. Es fácil expresar lo que no queremos, pero poco nos hemos puesto a
pensar lo que sí queremos y cuáles nos parecen ser los medios para lograr lo
que aspiramos. Si tenemos movimientos y partidos políticos sin programa, es
porque no nos hemos sentado tampoco nosotros a pensar que programa de gobierno
queremos, qué economía necesitamos, como estamos participando en las decisiones
que nos afectan: Tenemos políticos que se parecen a nosotros mismos. Por eso el
dicho de Jesús de Nazaret: “Antes de quitar la paja del ojo de tu prójimo,
¡quita la rama que tienes en el tuyo!” Nos hacemos cómplices de los
imperialismos que nos explotan, sin ver que los consolidamos nosotros.
He aquí 3 criterios
que nos pueden ayudar a ver más claro en nuestra propia vida y en la
organización más equitativa de nuestra sociedad. Tenemos que poner como
prioridad la comunidad. Tenemos organizada nuestra vida personal, familiar,
profesional, social y religiosa desde el individualismo más obstinado. La suma
nacional de estos individualismos nos trae competencia desenfrenada,
oposiciones cada vez más violentas, desinterés total a los bienes comunes,
explotación de los demás… y todo el desastre en que nos encontramos. Por estas
razones, el programa político “pan, techo y empleo” que entusiasmó en su época,
con muy pocos cambios con las promesas actuales, nos ha llevado a la situación
catastrófica en la que nos encontramos… porque era un programa meramente
individualista que terminó en la lucha de todos contra todos. Han salido
adelante unos pocos porque fueron más maliciosos, más fuertes, más violentos a
costa de empobrecimiento, explotación y desgracia de la gran mayoría. Hemos
dejado de vivir comunitariamente, es decir, sintiéndonos una sola familia,
cuidando los unos de los otros, ayudando al que menos puede y tiene… creando
así el infierno del individualismo que padecemos ahora.
Otro criterio para
una vida personal y social más feliz es el compartir. Cuando dejamos de
compartir dejamos crecer los unos en los otros, fomentamos la envidia, la
ambición, el rencor, la dominación y aplastamos a los demás. No compartimos
porque no nos miramos como hermanos iguales; inventamos diferencias,
divisiones, fronteras; construimos separaciones, muros y cortinas de hierro;
fomentamos la humillación, el maltrato, la violencia… Cuando dejamos de
compartir creamos el desorden y la destrucción… Es lo que estamos experimentando
en estos momentos. Las causas de nuestros males no están fuera de nosotros,
sino primero en nosotros mismos. La falta de compartir nos ha vuelto ciegos e
incapaces de ver los caminos a recorrer.
El criterio del
compartir es hermano gemelo de otro criterio: el de una vida sencilla, sobria,
equilibrada. La acumulación creciente de bienes, posesiones y dinero nos lleva
irremediablemente al egoísmo, el miedo a perderlo todo, a poner el corazón en
las cosas materiales y no en las personas, desconfiamos de todos, nos pasamos
la vida en preocupamos solo de lo que tenemos y nos encerramos en la jaula de
bienestar fácil: Tenemos un montón de cosas innecesarias, inútiles y arrumadas
que harían la felicidad de quienes sí las necesitan para sobrevivir y salir
adelante. Somos responsables de la muerte temprana de los que tienen sesgada su
vida por nuestra acumulación culpable.
Todo esto: la
comunidad, el compartir y la sobriedad, son los elementos indispensables a
poner en práctica individualmente, en familia y socialmente para ser una país
habitable, humano y civilizado, porque seremos la civilización del compartir
comunitario.
5. LEONIDAS
PROAÑO: EL PATRIARCA DE LA SOLIDARIDAD, Pedro Pierre
Al final de este mes de
agosto, en las Américas del Sur, del Centro y del Norte como también en Europa
se va a celebrar los 34 años de la pascua de monseñor Leonidas Proaño, ex
obispo de la diócesis de Chimborazo. Se hará memoria del inmenso legado que nos
ha dejado a lo largo de su ministerio pastoral, el cual nos marca el camino a
seguir. Felizmente él queda como una figura luminosa para la Iglesia, los
Pueblos indígenas de América Latina y para la sociedad en general.
Una de las mayores virtudes de
monseñor Leonidas Proaño fue la solidaridad. Su testimonio de vida está marcado
por sus incansables luchas por la solidaridad. Se lo identifica al nivel
internacional con uno de sus poemas hecho canción sobre esa misma temática:
“¡Solidaridad, solidaridad, solidaridad!” - “Sentir como propio el sufrimiento
del hermano de aquí y del de allá, hacer propias las angustias de los pobres…”
En Ecuador es reconocido como ‘el
obispo de los Indios’. El mismo, siendo mestizo, era orgulloso de sus raíces
indígenas: “¡Amo lo que tengo de Indio!” Las Comunidades Eclesiales de Base
(CEBs) tienen en él su fundador, en los años 1970. Fue también el gran defensor
de la naturaleza por su cosmovisión indígena: “Debemos actuar antes de que sea
demasiado tarde, antes que la ambición y codicia de unos pocos conviertan a
nuestro planeta en una luna muerta, en un cementerio del espacio”.
A nivel de América Latina fue
el promotor de la teología de la liberación gracias a los innumerables
encuentros que promovía en la Casa de Retiro de Santa Cruz, cerca de Riobamba,
donde vivía de una manera muy sencilla. Hizo de la solidaridad su bandera de
lucha tanto con los Pueblos indígenas del Ecuador y del continente, como también
con los Pueblos en rebeldía por sus derechos pisoteados, en particular con los
de Centro América. Sus numerosos escritos e intervenciones han sido inscritos
en el patrimonio nacional del Ecuador y es nombrado como el “Padre de la
Iglesia de los Pobres” de América Latina.
Monseñor Proaño encontró su
motivación por la solidaridad en la educación que le proporcionaron sus padres,
en el testimonio de Jesús de Nazaret y de los primeros cristianos, en la
valentía de los mártires latinoamericanos contemporáneos de él y en su pasión
para desterrar las injusticias. “Tenemos los cristianos la capacidad de
transformar este mundo de odios y de muerte en un mundo de amor, en un mundo de
entrega de los unos hacia los otros; esa es la capacidad enorme que podemos
conquistar si somos consecuentes con nuestra fe.”
Hoy monseñor Proaño sigue
siendo el emblema nacional e internacional de las luchas por la solidaridad. Siendo
monseñor Proaño el artífice de la unión de los Pueblos indígenas del Ecuador,
estos lo nombran en todos sus levantamientos. Gracias a su solidaridad con
ellos, los Pueblos indígenas buscan erradicar la marginación por la que siguen
víctimas por más de 5 siglos, en particular por la explotación económica. En
las 3 últimas décadas han logrado ser reconocidos como los protagonistas de una
nueva sociedad internacional que destierre el capitalismo sustituyéndolo por la
“Cosmovisión del Bien Vivir”. Esta cosmovisión está basada en la comunidad, el
compartir equitativo, la participación mediante el consenso, la complementariedad
y la comunión con la naturaleza.
Al nivel continental, siguen
vivas y ejemplares las luchas indígenas por el Bien Vivir a nivel tanto
personal como colectivo. Allí están el testimonio vivo de los Zapatistas en
México y la plurinacionalidad en la organización socio-política de Bolivia.
Están demostrado el valor de sus culturas ancestrales frente a las desgracias
traídas por la colonización europea. Su cosmovisión es una alternativa social,
económica, política y espiritual al nivel mundial para sustituir la
globalización neoliberal que destruye las personas, los pueblos y la
naturaleza, llevando el planeta a su colapso. “Busco en todas partes luchadores
de la paz y de la vida.”
Al nivel internacional son
innumerables las asociaciones y grupos que se reclaman de la espiritualidad de
monseñor Leonidas Proaño: Luchan a favor del medio ambiente, de una sociedad
nueva y de una Iglesia sinodal. Al nivel eclesial, la espiritualidad indígena
es asumida como sabiduría universal que anima las personas y los pueblos a
despertar una nueva conciencia, transformar las religiones encerradas en
estructuras obsoletas, revitalizar el cristianismo mediante la
interculturalidad.
Actualmente el papa Francisco
llama a los cristianos de a pie a construir la sinodalidad, es decir, colaborar
decididamente en la puesta en marcha de una Iglesia en manos de los bautizados
que destierre el clericalismo autoritario y patriarcal. Monseñor Proaño puso
los cimientos para la creación de una Iglesia indígena que conserve sus valores
tradicionales y expresa mediante su cultura el mensaje de Jesús de Nazaret.
En estos tiempos cuando crecen
indetenibles la pobreza, la miseria y la violencia por las imposiciones del
sistema neoliberal, que la fuerza firme y apacible de monseñor Leonidas Proaño
habite nuestras luchas solidarias por una sociedad justa e inclusiva y por una
Iglesia sinodal al servicio del Reino. En su voz de “maestro de la solidaridad”
escuchemos la voz de la Tierra: “Hijo, si como yo fecundo quieres ser en la
vida, sé como yo, tierra y nada más que tierra, sin vanas pretensiones, sin
quejas, sin envidias.”
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