ARTÍCULOS DE SEPTIEMBRE
Estimad@s amigig@s y compañer@s de camino,
buenos días, esperando estén bien.
He aquí mis artículos del mes de septiembre:
1. Leonidas
Proaño: El Patriarca de la solidaridad… ¡‘sin fronteras’!
2. Leonidas
Proaño: El Apóstol de la sinodalidad… 50 años antes del proyecto sinodal lanzado ahora por el papa
Francisco.
3. Unir lo
individual a lo colectivo y lo espiritual… para vivir más plenamente.
4. ¡El pueblo
desorganizado será castigado!... y no lo quiere entender.
5. Somos seres
de relaciones… La convivialidad es nuestra naturaleza humana.
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1. LEONIDAS
PROAÑO: EL PATRIARCA DE LA SOLIDARIDAD, Pedro Pierre
Al final de este mes de
agosto, en las Américas del Sur, del Centro y del Norte como también en Europa
se va a celebrar los 34 años de la pascua de monseñor Leonidas Proaño, ex
obispo de la diócesis de Chimborazo. Se hará memoria del inmenso legado que nos
ha dejado a lo largo de su ministerio pastoral, el cual nos marca el camino a
seguir. Felizmente él queda como una figura luminosa para la Iglesia, los
Pueblos indígenas de América Latina y para la sociedad en general.
Una de las mayores virtudes de
monseñor Leonidas Proaño fue la solidaridad. Su testimonio de vida está marcado
por sus incansables luchas por la solidaridad. Se lo identifica al nivel
internacional con uno de sus poemas hecho canción sobre esa misma temática:
“¡Solidaridad, solidaridad, solidaridad!” - “Sentir como propio el sufrimiento
del hermano de aquí y del de allá, hacer propias las angustias de los pobres…”
En Ecuador es reconocido como ‘el
obispo de los Indios’. El mismo, siendo mestizo, era orgulloso de sus raíces
indígenas: “¡Amo lo que tengo de Indio!” Las Comunidades Eclesiales de Base
(CEBs) tienen en él su fundador, en los años 1970. Fue también el gran defensor
de la naturaleza por su cosmovisión indígena: “Debemos actuar antes de que sea
demasiado tarde, antes que la ambición y codicia de unos pocos conviertan a
nuestro planeta en una luna muerta, en un cementerio del espacio”.
A nivel de América Latina fue
el promotor de la teología de la liberación gracias a los innumerables
encuentros que promovía en la Casa de Retiro de Santa Cruz, cerca de Riobamba,
donde vivía de una manera muy sencilla. Hizo de la solidaridad su bandera de
lucha tanto con los Pueblos indígenas del Ecuador y del continente, como
también con los Pueblos en rebeldía por sus derechos pisoteados, en particular
con los de Centro América. Sus numerosos escritos e intervenciones han sido
inscritos en el patrimonio nacional del Ecuador y es nombrado como el “Padre de
la Iglesia de los Pobres” de América Latina.
Monseñor Proaño encontró su
motivación por la solidaridad en la educación que le proporcionaron sus padres,
en el testimonio de Jesús de Nazaret y de los primeros cristianos, en la
valentía de los mártires latinoamericanos contemporáneos de él y en su pasión
para desterrar las injusticias. “Tenemos los cristianos la capacidad de
transformar este mundo de odios y de muerte en un mundo de amor, en un mundo de
entrega de los unos hacia los otros; esa es la capacidad enorme que podemos
conquistar si somos consecuentes con nuestra fe.”
Hoy monseñor Proaño sigue
siendo el emblema nacional e internacional de las luchas por la solidaridad. Siendo
monseñor Proaño el artífice de la unión de los Pueblos indígenas del Ecuador,
estos lo nombran en todos sus levantamientos. Gracias a su solidaridad con
ellos, los Pueblos indígenas buscan erradicar la marginación por la que siguen
víctimas por más de 5 siglos, en particular por la explotación económica. En
las 3 últimas décadas han logrado ser reconocidos como los protagonistas de una
nueva sociedad internacional que destierre el capitalismo sustituyéndolo por la
“Cosmovisión del Bien Vivir”. Esta cosmovisión está basada en la comunidad, el
compartir equitativo, la participación mediante el consenso, la
complementariedad y la comunión con la naturaleza.
Al nivel continental, siguen
vivas y ejemplares las luchas indígenas por el Bien Vivir a nivel tanto
personal como colectivo. Allí están el testimonio vivo de los Zapatistas en
México y la plurinacionalidad en la organización socio-política de Bolivia.
Están demostrado el valor de sus culturas ancestrales frente a las desgracias
traídas por la colonización europea. Su cosmovisión es una alternativa social,
económica, política y espiritual al nivel mundial para sustituir la
globalización neoliberal que destruye las personas, los pueblos y la naturaleza,
llevando el planeta a su colapso. “Busco en todas partes luchadores de la paz y
de la vida.”
Al nivel internacional son
innumerables las asociaciones y grupos que se reclaman de la espiritualidad de
monseñor Leonidas Proaño: Luchan a favor del medio ambiente, de una sociedad
nueva y de una Iglesia sinodal. Al nivel eclesial, la espiritualidad indígena
es asumida como sabiduría universal que anima las personas y los pueblos a
despertar una nueva conciencia, transformar las religiones encerradas en estructuras
obsoletas, revitalizar el cristianismo mediante la interculturalidad.
Actualmente el papa Francisco
llama a los cristianos de a pie a construir la sinodalidad, es decir, colaborar
decididamente en la puesta en marcha de una Iglesia en manos de los bautizados
que destierre el clericalismo autoritario y patriarcal. Monseñor Proaño puso
los cimientos para la creación de una Iglesia indígena que conserve sus valores
tradicionales y expresa mediante su cultura el mensaje de Jesús de Nazaret.
En estos tiempos cuando crecen
indetenibles la pobreza, la miseria y la violencia por las imposiciones del
sistema neoliberal, que la fuerza firme y apacible de monseñor Leonidas Proaño
habite nuestras luchas solidarias por una sociedad justa e inclusiva y por una
Iglesia sinodal al servicio del Reino. En su voz de “maestro de la solidaridad”
escuchemos la voz de la Tierra: “Hijo, si como yo fecundo quieres ser en la
vida, sé como yo, tierra y nada más que tierra, sin vanas pretensiones, sin
quejas, sin envidias.”
2. MONSEÑOR
LEONIDAS PROAÑO, APÓSTOL DE LA SINODALIDAD, Pedro Pierre.
¡Más pasa el tiempo, más
grande aparece monseñor Leonidas Proaño! Es parte ahora de esta generación de
obispos llamados “Padres de la Iglesia de los Pobres de América Latina”. Desde
el Concilio Vaticano 2 en los años ’60 del siglo pasado, monseñor Proaño estaba
viviendo la sinodalidad que acaba de lanzar el papa Francisco, o sea, una
Iglesia en manos de los seglares.
Monseñor Proaño habitó en la
Casa de Retiro de Santa Cruz, cerca de Riobamba, donde vivía como uno más de
los que nos hospedábamos allí. Llamaba la atención cuando se llegaba en esta
Casa lo que estaba escrito en la pared con el dibujo del volcán Chimborazo:
“Somos una Iglesia al servicio del Reino”. En la capilla cuyos asientos eran
troncos de madera de eucaliptos, el santísimo era una choza indígena, como para
decirnos que Jesucristo se encarna hoy en el Pueblo indígena.
La sencillez de monseñor
Proaño era su característica mayor. Vestía como uno más. En el comedor había la
pintura, sobre un largo papel periódica, de una comida típica tendida sobre los
ponchos juntados en el suelo, con la frase emblemática del compartir:
“Comenzando ya la fiesta que vendrá…” En dicho comedor monseñor comía con los
que se encontraban de paso o en alguna reunión que él organizaba con los
grandes teólogos de la liberación de América Latina. Como todos los demás ponía
la vajilla en la mesa, iba a buscar los platos de comida, recogía la vajilla y
la lavaba junto a nosotros. Le gustaba caminar con todos, los más sencillos
especialmente, preguntando y escuchando.
Su pasión era los Indígenas y
los pobres: Vivió la opción radical por las causas de ellos. No tenía miedo en
decir de sí mismo: “¡Amo lo que tengo de indio!” El Concilio Vaticano 2° y de
la reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín,
Colombia, en 1968, lo habían confirmado en esta opción. Había participado en el
Concilio convocado por el papa Juan 23 que decía: “La Iglesia es de todos, pero
más particularmente es la Iglesia de los pobres”. Allá en Roma, al final del
Concilio, monseñor había firmado “El Pacto de las Catacumbas” por el cual los
obispos latinoamericanos se comprometían a hacer realidad las orientaciones del
Concilio: seguir a Jesucristo y las primeras Comunidades cristianas, construir
el Reino en prioridad, vivir pobremente y al servicio de los pobres. En la
reunión de Medellín, junto a otros obispos, había presentado, al comienzo de la
reunión, una ponencia titulada “La Evangelización liberadora”.
En su diócesis aplicaba lo que
el papa Pablo 6° proclamó en 1975: “El Reino es lo único absoluto” y “la
Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos,
el deber de ayudar que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de
hacer que sea total”. Monseñor quería una Iglesia en manos de los Indígenas,
con ministros y sacerdotes indígenas, que anunciaran la Buena Nueva de Jesús en
su idioma, con sus costumbres, desde su cultura y sus símbolos. Por eso, entre
los Indígenas organizó ‘las Iglesias vivas’ y en 1975, en la ciudad de
Riobamba, las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). En 1979, en la Conferencia
Episcopal Latinoamericana de Puebla, México, fue el promotor de las CEBs y de
la opción por los pobres, haciendo notar que se trataba de ‘hacer nuestras las
causas de los pobres, asumir la pobreza digna y luchar contra la miseria junto
a los mismos empobrecidos’.
Sabemos que monseñor trabajó
incansablemente a la organización de los Indígenas quichuas de la Sierra
ecuatoriana en la ECUARUNARI en 1972, que se unirían luego con los Indígenas de
la Amazonía y de la Costa en 1986 para formar la CONAIE (Confederación de la
Nacionalidades del Ecuador). Su solidaridad no se limitó al Ecuador sino que se
extendió a los Pueblos centroamericanos que luchaban por más dignidad, justicia
y participación. En esa época monseñor Oscar Romero, que era su amigo, lo
invitó para que dé un retiro a los sacerdotes de ese pequeño país para
profundizar sobre el compromiso político de la fe y porque ‘los guerrilleros
también necesitan de capellanes’.
En su casa de Santa Cruz de
Riobamba, se formaron miles y miles de sacerdotes, religiosas y seglares que
llegaban del sur, centro y norte del continente, como también de Europa.
Monseñor Proaño tiene una estatura intercontinental. Hay que volver a leer ‘El
Pacto de las Catacumbas’ y su autobiografía que el mismo escribió ‘Creo en el
hombre y en la comunidad’ para descubrir su origen campesina de San Antonio de
Ibarra, su infancia laboriosa como tejedor de sombreros, su sacerdocio dedicado
a los jóvenes trabajadores que reunía en la Juventud Obrera Católica (JOC). Nos
enteraremos de los innumerables conflictos con lo gamonales de la provincia de
Chimborazo, de la oposición de los obispos tradicionalistas, de su apresamiento
junto a una treintena de obispos latinoamericanos por la dictadura militar en
1976, de la visita de un fiscalizador del Vaticano que concluyó con la frase
del papa Pablo 6°: “¡Como voy a condenar a un obispo tan cercano al
Evangelio!”, etc.
Podemos decir que la Casa de
Retiro del Santa Cruz de Riobamba hace parte de estos grandes lugares sagrados
de América Latina porque Dios ha querido que trabaje allí aquel que ahora se
llama el “Obispo de los Indios”, el “Profeta de la Liberación”, el “Padre de la
Iglesia de los Pobres”, el “Patriarca de la Solidaridad”, el “Apóstol de la
Sinodalidad” … Gracias a él, tenemos trazada una hoja de ruta para nuestros
compromisos tanto eclesiales como sociales e interculturales.
3. UNIR LO
INDIVIDUAL A LO COLECTIVO Y LO ESPIRITUAL, Pedro Pierre
Los ‘chats’ tienen sus perlas
en medio de mucha basura. Otra debilidad es que se limitan en su gran mayoría a
los aspectos individuales de las personas.
El último que acabo de leer insiste sobre el aprovechamiento del momento
presente porque es lo único que poseemos: el pasado ya pasó y no lo podemos
cambiar, y el futuro tampoco lo tenemos. Lastimosamente llenamos el momento
presente de mucho individualismo y consumismo que eliminamos lo sabroso que
podría ser mediante más fraternidad y más espiritualidad, porque he aquí las
tres componentes para una vida más feliz: Juntar lo individual al colectivo y a
lo espiritual.
Eso es el proyecto de mi amigo
Claudio en un pequeño lugar del sur de Francia. Lo conocí con ocasión de una
reunión en Paris. Tuvo la gentileza de prestarme varias veces un cuartito en su
departamento durante unos 15 días. Y nos hicimos amigos. Él es jubilado, un
poco mayor que yo, y trabajaba con varias asociaciones para la animación de
barrios parisinos. Además, eran un grupo de amigos que trabajaban juntos para
llevar adelante una mejor vida colectiva. Un día, entre una docena de personas,
decidieron poner en marcha un proyecto de habitación comunitaria para ellos
mismos en un mismo terreno. Eran familias, viudos, solteros, con niños y
jóvenes. Empezaron a vender sus departamentos parisinos para comprar dicho
terreno…
Descubrieron que eran, al
nivel del país en esa época, a lo menos una docena de grupos con esta misma
opción de vida comunitaria, algunos de los cuales ya lo estaban viviendo.
Conocieron en una comuna del sur de Francia a un alcalde que quería hacer
urbanizaciones con esa característica más comunitaria. Optaron por comprar un
terreno en su comuna para trabajar juntos. Comenzaron el proyecto hace 2 años.
Al mismo tiempo mi amigo
Claudio con 2 compañeros más se inscribieron a un taller de Taoísmo con
reuniones mensuales virtuales y presenciales, para entender la dimensión
espiritual de la vida y conocer las espiritualidades de las grandes religiones.
Me escribe que es para unificar mejor las tres dimensiones de la vida: lo
individual, lo comunitario y lo espiritual… ¡Menuda iniciativa en este mudo tan
convulsionado y violento!
Hace unas pocas semanas, mi
amigo Claudio me escribe muy contento, diciéndome que tiene en sus manos las
llaves de su casa muy sencilla y la de un edificio colectivo donde están la
cocina, la biblioteca, las salas de reuniones, de recreaciones, con unos
cuartos para acoger las amistades… En cuanto al proyecto municipal de urbanización,
este avanza y los futuros propietarios se están reuniendo para preparar con el
alcalde y este grupo de innovadores esta nueva manera de vivir más
comunitariamente.
A nosotros nos queda el
ejemplo y la lección: juntar en nuestras vidas lo individual con lo comunitario
y lo espiritual. ¿A eso estamos trabajando? ¿O nos dejamos llevar por el
ambiente individualista, consumista y materialista? Al nivel individual,
nuestra opción de vida depende de cada uno de nosotros, porque nadie nos obliga
a vivir insatisfecho, agresivo, solitario, perdido o amargado. Claro, esto
significa que no decidimos sin pensar cual va a ser la profesión que mejor nos
convenga, el estilo de vida matrimonio que vamos a llevar, el lugar donde vamos
a habitar, los valores que queremos promover, la fe que seguimos… Pero muchos
prefieren dejase llevar por el ambiente individualista que nos rodea, porque
nunca toman el tiempo en pensar cómo orientar su vida personal. Prefieren los
vicios, los malos amigos y el dinero fácil y mal habido… Así descartamos las
oportunidades de dejar los malos rumbos, de optar por más fraternidad y
sencillez de vida, de elegir amistades que nos hacen bien, de continuar hacia
una fe más madura y comprometida…
Al nivel colectivo, estamos
bastante mal en nuestro país porque hemos dejado el individualismo nos domine.
Solos no podemos enfrentar los desafíos de una vida más feliz. A pesar de todo,
siempre podemos encontrar gente decidida a avanzar en una vida más comunitaria
para lograr enfrentar y resolver los problemas que nos ahogan. En todos
nosotros están sembrados los valores y las capacidades que nos permitan salir
adelante… pero siempre será juntos y gracias a otros que lo lograremos. Nada es
imposible si decidimos unirnos para “ganar la partida” y no “perder la vida en
el intento” individual.
En lo espiritual, el papa
Francisco pasó a ser el gran líder de una humanidad diferentes. A los
cristianos y ‘los hombres y mujeres de buena voluntad’, nos propone un
humanismo y una espiritualidad para nuestro tiempo. Condena incansablemente el
sistema capitalista de organización social “que hace a los ricos más ricos a
costa de los pobres más pobres”, que fomenta el hambre, la violencia, la
migración. Nos invita repetidamente a vivir “la fraternidad sin frontera, la amistad
social, el amor político y una espiritualidad liberadora”. De esta manera, nos
dice, podremos llevar adelante una transformación estructural de la Iglesia
católica, poner en marcha la ‘sinodalidad’ para que las y los cristianos nos
empoderen de nuestro bautismo, siendo “profetas, sacerdotes y reyes-pastore”,
es decir, ser responsables juntos de nuestra manera a seguir a Jesús de Nazaret
y construir en este mundo la fraternidad y la justicia, o sea, el Reino de
Dios.
Nuestro tiempo, como todos los
tiempos, tiene las 2 caras de una misma moneda: los aspectos desastrosos y las
oportunidades para vivir bien. Se trata de ayudarnos a emprender el camino de
la fraternidad contra el individualismo mortal, de la coherencia contra la
facilidad engañosa, de la espiritualidad contra el vacío de una vida
desordenada. Siempre hay oportunidades para ser felices si juntamos lo
individual con lo colectivo y lo espiritual.
4. ¡EL PUEBLO
DESORGANIZADO SERÁ CASTIGADO! Pedro Pierre
Es lo que está pasando en este
momento: La mayoría de los ecuatorianos están castigados por su
desorganización. Nunca han sido tan grandes la violencia del sicariato, el
desempleo, las desigualdades, el caos de la salud y la educación, la
desesperanza de los jóvenes, las mentiras de los medios de comunicación, la
ineptitud del gobierno, la corrupción de la justicia, las sinvergüencerías de
la Asamblea legislativa, las ganancias de las grandes empresas y mayores
bancos, las mentiras de los medios de comunicación, la destrucción de la
naturaleza… Pero estas entidades no son las causas primeras del actual
descalabro del país, sino la misma indiferencia, inconsciencia, pasividad y
desorganización de los ciudadanos. Todo eso sucede porque nosotros dejamos y
permitimos que suceda. Mientras seguimos así, esperando a algún salvador
milagroso o a un Dios que resolviera los problemas en lugar nuestro, vamos de
ir de mal en peor. Un país cambia cuando sus gentes quieren que cambie y toman
las medidas correspondientes para eso, tal como pasó o está pasando en Colombia,
Chile, Bolivia, México, Venezuela, Cuba.
En los últimos 5 años hemos
dejado que el ex presidente Moreno haga y deshaga lo que le dio la gana para
entregar el país en manos de los empresarios y banqueros y no hemos sido
capaces de defenestrarlo. Más bien hemos confirmado sus andancias con “los 7
veces SÍ” a una consulta popular amañada y anticonstitucional. Hemos aprobado
la perversa y mal llamada “ley humanitaria” que suprimía las leyes en defensa
de los trabajadores. Luego hemos confirmado ese desastre eligiendo al banquero
que era la mano derecha de Lenin Moreno: No hemos querido reconocer que Lasso
iba a profundizar lo que había comenzado a realizar Moreno… Por eso estamos
como estamos.
Después de haber sido un país
conocido y reconocido internacionalmente, alabado por sus niveles de
disminución de la pobreza, reconstrucción de las vías de comunicación, destino
turístico privilegiado, servicios de salud y educación premiados por la ONU y
otras entidades internacionales, seguro social universalizado, atención
particular a las personas especiales, las madres abandonadas, los adultos
mayores… hemos retrocedido en 5 años a lo menos a 20 años atrás. Por eso la
gran mayoría de los ecuatorianos está nuevamente saliendo del país, como pasó
en el feriado bancario. La casualidad es que hemos elegido como presidente al
responsable del feriado bancario y la dolarización de hace 20 años. No puede ir
mejor a los grandes empresarios, los banqueros, los socialcristianos… porque
nosotros mismos les hemos servido la mesa en bandeja de plata…, porque nunca
hemos sido tan desorganizados, insolidarios y cobardes que ahora.
Al origen de esta situación de
desastre generalizado, hay grupos que tienen más responsabilidades que otros.
Están los que, en las últimas elecciones de 2017, votaron nulo por “opción
ideológica” como decían, facilitando así la victoria de Guillermo Lasso. Su
ceguera y su odio nos han preparado la autodestrucción nacional en la que nos
encontramos. Está también la CONAIE (Confederación de la Nacionalidades
Indígenas del Ecuador) que, en la última década del siglo pasado y la primera
de este, era la punta de lanza de una Ecuador renovado y orgulloso de sus
raíces. El dinero fácil ha logrado romper su resistencia de 500 años contra un
sistema de dominación y explotación. El dinero de las ONG capitalista y de la
CIA (Central de Inteligencia de EE.UU.) ha corrompido muchos de sus dirigentes,
en particular los de Pachakutik, que siguen arrodillándose delante del imperio
y festejando las prebendas del actual gobierno. Están igualmente las Iglesias,
en particular las evangélicas, que optan por alianzas con el poder del dinero y
de los privilegios y que guardan silencio frente a tanto dolor y desesperación.
Han desaparecido por completo los obispos profetas que despertaron la fe de los
pobres y devolvieron al Evangelio sus cartas de nobleza y liberación. ¡Cuán
lejos está el llamado del papa Pablo 6° en el decimo aniversario del Concilio
Vaticano 2°! “La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberación de millones
de seres humanos, el deber de ayudar que nazca esta liberación, de dar
testimonio de la misma, de hacer que sea total.”
Consciente que está situación
desastrosa sigue en muchos países, el papa Francisco no se cansa de mostrarnos
del dedo el responsable de esta situación: el sistema neoliberal que califica
de “monstruoso y terrorista”. Es particularmente concreto con nuestro
continente: “América Latina debe liberarse de
imperialismos explotadores”. El papa quiere despertar y animar no sólo a los
ciudadanos de a pie sino también, mediante la sinodalidad, a todos los
cristianos para que tomen en serio su bautismo, conformándose en ‘Iglesia
sinodal” en manos de los seglares: “Una Iglesia sinodal es como un emblema
levantado entre las naciones para el redescubrimiento de la dignidad inviolable
de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad.”
Como en cualquier época de
nuestra historia, los ecuatorianos tenemos la posibilidad y la capacidad de
construir un Ecuador mejor. Nuevos grupos sociales, ciudadanos, culturales,
juveniles nacen y trabajan con este propósito. Corresponde a ‘los mirones’
dejar de criticar, encerrados en su individualismo consumista, para permitir a
la inconformidad y la valentía expresarse mediante la unión, la fraternidad y
la decisión de cambiar este país rico de tantos valores y ejemplos de grandes
virtudes ciudadanas. Eso comienza con el compromiso de cada uno y cada uno de
nosotros de organizarnos… porque la inmensa mayoría la estamos pasando muy mal.
5. SOMOS SERES
DE RELACIONES
Frente a la crisis
generalizada que atraviesa nuestro país, debemos regresar a criterios
fundamentales para asentarnos en bases sólidas que nos permitan encauzar la
convivencia ciudadana hacia rumbos satisfactorios. La ola de violencia que nos
azota la venimos permitiendo desde decenios, al dejar que la droga se riegue
por todas partes… Tenemos que descubrir que la causa principal proviene del
sistema de organización social que no logramos ni controlar ni desterrar: el
sistema capitalista que se nos impone desde fuera con la complicidad maliciosa
de las mal llamadas élites nacionales que sólo buscan sus beneficios personales
y financieros. Tenemos que darnos cuenta que no vamos a salir de la actual
situación sin un común despertar nacional que nos conduzca a refundar la
patria.
La redacción, hace 15 años, de
una nueva Constitución fue un paso acertado, porque se movilizaron y
participaron las fuerzas vivas de todo el país: 1,500 grupos dieron sus aportes
y se logró una Constitución muy avanzada. Pero la perversidad de los grandes
medios de comunicación cuyos propietarios son los mismos que utilizan el país
en beneficio propio, archivaron estas propuestas constitucionales para hacernos
regresar al Ecuador del siglo pasado. Ahora, gentes de esa misma clase social
nos dicen que las últimas elecciones presidenciales fueron fraudulentes. Se
burla descaradamente las opiniones y opciones de la gran mayoría de los
ecuatorianos. El cansancio, la pobreza y el desempleo constantes y crecientes
nos han llevado a la situación en que nos encontramos.
Las protestas sectoriales son
insuficientes. La policía y las fuerzas armadas usan una violencia desmedida
contra los manifestantes, mayoritariamente pacíficos, que reclaman derechos
elementales. ¡Que 7 personas adultas sobre 10 no tienen empleo asalariado es un
escándalo mayúsculo que nos arrastra a la autodestrucción! Hemos perdido el
sentido esencial del ser humanos: somos seres de relaciones y sólo mediante
relaciones sólidas y duraderas podremos salir del atolladero en que nos quieren
mantener encerrados. Pero todavía estamos lejos de esta conciencia y decisión.
El gobierno ha colapsado: los
últimos acontecimientos lo demuestran. La policía que debe proteger a los
ciudadanos, se hace cómplice de un
asesinato en su mayor institución, de la desaparición del cadáver y de la fuga
del autor… La corrupción policial ha llegado al tope con un ministro que busca
encubrir los hechos y desviar la atención… Mientras tanto otros policías
buscaban ingresar armamento en el centro carcelario de Latacunga para la
preparación de otra matanza entre presos… Allí tenemos la respuesta al
preguntarnos quién organiza la actual situación infernal de nuestro país. Nos
quedamos con la inquietud en boca de una vecina: “¿Cuándo nos va a desaparecer
la policía?”
El camino seguro comienza por
cada una y cada uno de nosotros: volver a multiplicar las buenas relaciones
entre nosotros para construir comunidades fraternas allí donde viviremos en
paz. Si no nos convencemos de esta necesidad, vamos a ir de mal en peor:
¿Cuándo la próxima asesinada desaparecida? ¿Cuándo la próxima desaparecida?
¿Cuándo el próximo muerto por sicarios? ¿Cuándo el próximo suicidio de un joven
desesperado? Esta decisión individual de convivialidad es indispensable para
comenzar un nuevo futuro.
La familia tiene que ser el
primer lugar de aprendizaje de las buenas relaciones. Todos nacemos de una
relación que suponemos amorosa. Luego hacemos un recorrido de 9 meses en el
seno de nuestra madre que nos va tejiendo gracias la relación interior más
íntima. Después vienen muchos años de relaciones constantes que nos permiten
comer, caminar, expresarnos, ser independientes. La educación formal ocupa caso
10 años de relaciones de compañerismo y de compartir de experiencias y saberes…
Las religiones que buscan humanizarnos y hermanarnos, se han vuelto un gran
negocio con Dios y sus representantes.
La contradicción mortal es que, cuando llegamos a ser profesionales, nos
volvemos individualistas, indiferentes, agresivos, competidores, egoístas…
Entramos en el infierno de las relaciones negativas y destructoras. La primera
víctima de esta situación somos cada uno de nosotros y nosotras… porque
sufrimos la violencia fomentamos, acaparamos cosas y bienes que no dejan
insatisfechos, creamos nuestra propia soledad al marginar a los que son más
débiles que nosotros, los explotamos y oprimimos: Asi preparamos
inconscientemente a los corruptos y a los asesinos… que hoy han tomado, los
unos, las instituciones estatales y, los otros, las calles y los barrios para
hacer de nuestras ciudades un gran cementerio de dolor y de muerte.
Los y las que no nos
organizamos en grupos de vecinos, en asociaciones de amigos, en comunidades de
creyentes, nos hacemos cómplices y encubridores de la situación de violencia
que estamos padeciendo. “No hagas a otro el mal que no quieres que te hagan a
ti mismo” o “Amarás a tu prójimo como a ti mismos”, nos dicen todas las grandes
religiones… Es decir: ‘Construirás relaciones de convivialidad, de amistad, de
amor, de fe, de alegría, de compartir, de participación…’ De eso está hecha la
vida digna… pero parece que muchos no queremos ni eso… porque no estamos
convencidos que ‘la vida se acrecienta dándola y se debilita en la comodidad y
el aislamiento’. ¡Ayudémonos a ser personas constructoras de verdaderas
relaciones humanas!
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