jueves, 10 de octubre de 2024

Mis artìculos semanales de agosto

 

ARTÍCULOS DE AGOSTO 2024, Pedro Pierre.

-        Sueño olímpico… que nos hace bien.

-        Juntos todos responsables… porque todos estamos relacionados con todos y con todo.

-        Más allá de sus limitaciones… Esa es la meta de los Juegos Paralímpicos.

-        Un proyecto de vida… para caminar seguros.

1.      SUEÑO OLÍMPICO, Pedro Pierre

Los juegos olímpicos en París nos dan un respiro y una luz de esperanza en medio de los múltiples problemas que estamos pasando a nivel personal, colectivo, nacional y mundial. Nos parece a veces que no vamos a salir adelante, tanto se empeñan unos pocos a hundirnos más y más en la exclusión y la miseria. La maldad existe, fuerte, organizada, implacable. En Ecuador es particularmente real por la ambición de unos pocos, el odio programado al adversario, el robo descarado del dinero público, la perversión calculada de la justicia… ¿para qué? para juntar más y más dinero con la falsa ilusión que traerá la felicidad, para ser famoso a los ojos de los demás por la moda pasajera, para subir los escalones del poder que domina, explota y destruye, sin salvar a nadie ni al que lo ostenta.

Los malos son pocos: el 1% de la población de planeta, que concentra más de la mitad de la riqueza y de los bienes mundiales destinados al bienestar de todos. Los luchadores seremos unos 30% que nos esforzamos de ser conscientes tanto de la realidad injusta que nos asedia como de las posibilidades de vivir mejor. Buscamos fraternizar, multiplicar la unión y organizarla, fomentar el compartir equitativo, ser las semillas de una hermandad sin frontera, y celebrar ya la fiesta que vendrá. El problema es el 69% de indiferentes, pasivos, amargados, derrotados por su egoísmo, pesimismo o cerrazón. Lo decía Gandhi: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.” Ese es nuestro desafío: resistir la desorganización, ganar a los indiferentes, abrir los ojos a los egoístas, enamorar de la vida a los amargados y despertar a los derrotados. Nada es imposible… y si no logramos las metas propuestas estaremos felices por los esfuerzos hechos para lograrlas.

Los juegos olímpicos nos confirman en la validez de la utopía de la hermandad universal. Por supuesto no hay nada puro ni nada perfecto. El costo financiero elevado llega a 50’000 millones de dólares, o sea, el presupuesto anual del Ecuador, y duran sólo 15 días. La gran vergüenza de estos juegos olímpicos de 2024 es la prohibición de participar en este evento mundial que se les hizo a los atletas rusos y bielorrusos: ¡se nota la discriminación de Occidente que sí, permite la participación de los atletas israelitas y los de los gobiernos que fomentan las guerras en África!...

Felizmente estas limitaciones e injusticias no eliminan el mensaje utópico de los juegos olímpicos: por una parte, la belleza y la fraternidad universal y, por otra, la grandeza del esfuerzo para superarse mediante las distintas formas de deporte. Por unos momentos excepcionales, se realiza el sueno de la fraternidad y la capacidad de superación personal y colectiva del ser humano, cualquier sean su país, su color, su ideología, su religión. Durante unos días, se palpa que la raza humana es una sola y llamada a la fraternidad y sororidad, más allá de todas las fronteras que hemos colocado por todas partes. Además, los juegos olímpicos son también una liturgia que celebra la grandeza de los cuerpos, la superación de los atletas, los gritos de felicidad de decenas de miles de espectadores… Es también un acontecimiento que unen a los países de todo el planeta: por ejemplo, más de 3’000 millones de personas miraron en 2020 los juegos olímpicos de Tokio, en Japón, o sea, la mitad de la población mundial. A pesar de todo, los juegos olímpicos nos dicen que la fraternidad universal es posible, que nuestra grandeza humana está en el superarnos y superarnos juntos, que esta fraternidad universal es nuestra meta común más necesaria que nunca.

El apóstol san Pablo se comparaba y nos comparaba con los atletas del estadio por su empeño en la misión: “¿No han aprendido nada en el estadio? Muchos corren, pero uno solo gana el premio. Corran, pues, de tal modo que lo consigan. En cualquier competición los atletas se someten a una preparación muy rigurosa, y todo para lograr una corona que se marchita, mientras que la nuestra no se marchita. Así que no quiero correr sin preparación, ni boxear dando golpes al aire. Castigo mi cuerpo y lo tengo bajo control, no sea que después de predicar a otros, yo me vea eliminado.”

Todo eso nos confirma que la vida es una lucha para más vida para uno mismo y para todos. Al no decidir unirnos para luchar, ya nosotros mismos nos hemos “eliminado”. ¿Para qué objetivo hacemos tantos esfuerzos y damos ‘golpes en el vacío’? Lastimosamente, a veces es por cosas vanas, inútiles, dañinas… El sueño de una vida mejor para nosotros y para los demás es la voz de Dios adentro de nosotros, es el deseo profundo de igualar en algo los grandes personajes que marcaron la historia: el Mahatma Gandhi en la India, Martín Luther King en Estados Unidos, Nelson Mandela en África, Chico Méndez en Brasil, Jesús de Nazaret… Claro que persiguieron utopías, pera gracias a ellos sus utopías poco a poco se están haciendo realidad. Ahora nos toca a nosotros soñar en grande y soñar juntos para que algo de nuestros sueños se haga realidad. Juntos nada es imposible.

2.      JUNTOS, TODOS RESPONSABLES, Pedro Pierre

Por el comienzo del milenario los Indígenas del continente decían que estaba comenzando un nuevo tiempo de la Madre Tierra, en el que la humanidad y la naturaleza estamos íntimamente ligados para una nueva vida. Muchos decimos que estamos en tiempos de crisis y crisis múltiple. Guerras de las más terribles en particular en Palestina donde domina la locura humana de un pueblo que está desapareciendo por la maldad de  otro que asesina en nombre de Dios para un proyecto de extensión desmesurado… Crisis climática porque destruimos la dinámica de la naturaleza al explotarla de manera desordenada. Crisis de convivencia internacional por relacionarnos desordenadamente entre todos los pueblos porque creamos una globalización desigual e irrespetuosa que provoca hambruna y migraciones crecientes. Crisis religiosa por entrar en una nueva cultura que deja atrás la cultura fundamentalmente agraria desde unos 7,000 años con sus ritmos, símbolos y religiones que no cuajan con las novedades culturales. Crisis de identidad personal porque nos sentimos perdidos y huérfanos de lo que se fue construyendo durante siglos y milenios. Parece que la vorágine de las ambiciones desmedidas nos lleva a una catástrofe planetaria. Al mismo tiempo y como nunca nos damos cuenta cada vez más claramente que todo depende de nosotros los humanos para bien y para mal

Ayer nos habíamos inventado, según nuestro nivel de conciencia, a un dios que supuestamente arreglaba milagrosamente nuestros problemas cuando las cosas iban mal. Poco a poco nos hemos dado cuenta que Dios, el gran Viviente que nos hace vivir y crecer, no habita fuera de nosotros, de nuestro mundo y de nuestro cosmos, sino que es la gran Energía que nos mueve. Pero eso no lo hace sin nuestro consentimiento y nunca sin nosotros ni contra nosotros. Él anima la vida si la respetamos; él fomenta la fraternidad si la construimos. Allí está la contradicción: Esta vida, tanto de nosotros como de la naturaleza, es más grande que nosotros y nosotros nos queremos adueñar de ella y decidimos que va como no da la gana a nosotros. Esta fraternidad hecha del amor que se nos ha regalado con la existencia, la rechazamos y la pisoteamos. Descubrimos que somos nosotros y nadie más -ningún dios malicioso- quienes creamos el desorden y las catástrofes que nos abruman. Nosotros, por la fuerza de la vida y del amor, somos los artesanos de las maravillas que nos rodean, al mismo tiempo que somos los artesanos- y nadie más- de las calamidades que nos destruyen: guerras, hambrunas, dominaciones, violencias de toda clase. Tal vez el orgullo por no reconocer que somos los culpables de los males que nos asechan, nos proyecta hacia más odios, muertes y destrucciones que parecen imparables… si nosotros mismos no paremos.

Por estos motivos escuchamos de todas partes los llamados a más responsabilidad personal y colectiva. Más responsabilidad con nosotros mismos individualmente, más responsabilidad con los demás, más responsabilidad con la naturaleza, más responsabilidad con la Vida y al Amor de los cuales no somos propietarios. Estos llamados nos invitan, nos suplican para que emprendamos y confirmemos unos 3 caminos para defender y fomentar la vida y la fraternidad.

Un primer camino es tomar conciencia de nuestra unidad existencial: humanos, naturaleza y cosmos somos la misma comunidad de vida y de destino. No estamos encima ni de la naturaleza ni del cosmos; más bien somos frutos de ellos e interrelacionados los unos con los otros, con la naturaleza y con el cosmos. Todo lo que pasa nos importa porque lo modelamos para bien o para mal, según nuestra manera buena o mala de actuar. Todos somos responsables de lo que nos pasa en cualquier lugar del planeta por esta identidad y relación de vida y de amor que nos hace existir y actuar. Nos ayudamos o nos destruimos según los actos individuales que producimos.

Esta responsabilidad, además de ser individual, es también colectiva, porque tenemos actividades comunitarias que involucran a varias personas, varios grupos, varios pueblos. Nos unimos que ser más fuertes, para alcanzar mejores resultados, para lograr mayor sabiduría… También nos unimos para detener, manchar y destruir la naturaleza, las personas y los proyectos comunes. Tenemos que descubrir y asumir las consecuencias, las unas buenas y las otras nocivas, de nuestras actuaciones colectivas. Muchas veces no queremos darnos cuenta que nos hacemos cómplices e encubridores de inmensas maldades que causamos tantos por nuestros actas como por nuestras omisiones, indiferencias y pasividades.

El último camino a emprender, después del individual y del colectivo, es el espiritual. Llamamos la vida y el amor ‘realidades espirituales’ porque nos sobrepasan. Realmente ‘no tenemos vida’ porque no somos propietarios de ella; la tenemos ‘prestada’ no más. No somos el amor porque es más grande que nosotros. La verdad es que la Vida se encarna en nosotros y el Amor nos dinamiza para crecer sin cesar. La Vida y el Amor pertenecen a esta entidad misteriosa que llamamos ‘Dios’. Jesús de Nazaret es uno de estos personajes en quien la Vida y el Amor lucieron a lo máximo. A eso estamos llamados todos nosotros.

Somos grandes porque todas y todos somos capaces de lo mejor. Somos torpes, malos y culpables porque también somos capaces de lo peor. Lo peor triunfa cuando dejamos de hacer bien nuestras actividades y nuestras relaciones, como también cuando dejamos que se cometa la maldad. Todos somos culpables de la maldad reinante. Al mismo tiempo, tenemos que decir que todos somos capaces del bien y de lo mejor. Seamos más responsables individual y colectivamente… Es el gran llamado, es la gran exigencia de nuestro tiempo para que cesen las hambrunas, las guerras y las destrucciones, para que vivamos un ‘tiempo nuevo’ a la altura de la Vida, del Amor, de la Madre Naturaleza, del Cosmos en creación y de Dios. Eso depende de cada uno de nosotros porque todo eso está en nuestras manos.

3.      MÁS ALLÁ DE SUS LIMITACIONES, Pedro Pierre

A partir de hoy 28 de agosto se desarrollan en París la 2ª parte de los Juegos Olímpicos, llamados Juegos Paraolímpicos, cuyos atletas serán personas con capacidades especiales que vienen de 180 Comités Paralímpicos Nacionales de todos los continentes del planeta. Tienen menos promoción en los medios de comunicación internacionales porque hay menos dinero que repartir. Esta iniciativa nació en Inglaterra en 1948 y se realiza cada 4 años. Este año competirán alrededor de 4.400 atletas.  Va a durar del 28 de agosto al 8 de septiembre, o sea, 12 días de competiciones. Mientras que en los recién concluidos Juegos Olímpicos de París 2024 se celebraron 329 pruebas, en los Paralímpicos habrá un total de 549 pruebas en 23 disciplinas diferentes. Tendrán lugar en 16 estadios o sedes como el Estadio de la Torre Eiffel (fútbol para ciegos), el Grande Palacio (esgrima en silla de ruedas y Para taekwondo) y el Palacio de Versalles (Para hípica). Participarán 14 ecuatorianos en estos Juegos Paraolímpicos. Habrá muchas sorpresas, y no sólo deportivas, para humanizarnos y hermanarnos.

Antes de este acontecimiento otra proeza que pasó desapercibida es el viaje que hicieron a bicicleta unos 80 ciegos de Lyon a Paris con una distancia de kilómetros, con el fin de participar en estos Juegos Paraolímpicos. En una bicicleta de a dos conducida por un amigo vidente recorrieron cada día un promedio de 120 kilómetros. A lo largo del camino muchas gentes se prestaron no sólo para felicitarlos y animarlos, sino también acogerlos y facilitarles la comida, la dormida, la atención médica, etc. Nos alegra ver cómo un acontecimiento de superación humana individual, colectiva y deportiva suscita respuestas de valoración y solidaridad.

Este acontecimiento mundial de los Juegos Paraolímpicos es tal vez más importante que él de los Juegos Olímpicos porque es el testimonio luminoso de personas limitadas en sus capacidades físicas y mentales que se sobrepasan y lograr superar estas sus limitaciones. En tiempos en que nos quejamos de las dificultades por las que pasamos, ahí tenemos un ejemplo a imitar. Estas personas de toda edad nos demuestran que con organización, voluntad y tenacidad se puede alcanzar grandes logros, logros en humanidad, logros en expresiones de belleza de toda clase, logros en superación personal, logros en organización colectiva, logros en solidaridad… valores que tanta nos hacen falta. El calificativo de ‘personas especiales’ para estos atletas salidos de entre nosotros es lo más adecuado para calificar las proezas que nos ofrece este acontecimiento mundial.

Si en estos días particulares de fiesta deportiva sin precedente sabemos dedicarle un poco de atención, nos vamos a sorprender. Aprenderemos a valorar las ‘personas especiales’, a valorarnos mientras descubrimos la cantidad de limitaciones que no nos decidimos a superar. Valoraremos también la fuerza de la organización y la capacidad de la solidaridad.

Todo esto es una invitación sea a comenzar una nueva vida personal y social, sea a confirmarnos en nuestros grupos, asociaciones y comunidades a continuar la construcción de personas y de sociedades más conscientes, más organizadas, más decididas y más activas. Podemos unir este testimonio de los atletas especiales con la espiritualidad que nos habita a todas y todos: Es esa fuerza que nos relaciona los unos con los otros y con la naturaleza es el cosmos. Acaba de escribirlo el teólogo chileno, Jaime Costadoat: “La espiritualidad radical, la inspiración de debernos la vida unos a otros y la coexistencia mutua nos hacen mejores, nos unen estrechamente y nos realizan como personas al nivel más profundo. Uno llega a ser alguien si reconoce su dependencia de los demás”.

  En estos tiempos difíciles, “nada es imposible” nos dicen estos atletas ‘especiales’. Sí, podemos y debemos abrir tiempos de esperanza. Ya san Francisco de Asís nos proponía hace siglos un camino de vida transformadora: "Empieza por hacer lo necesario; luego haz lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible". Dejemos de quejarnos, lamentarlo todo, criticar a diestra y siniestra y seguir de brazos cruzados. Las cosas, la personas y las sociedades cambian cuando nosotros comenzamos a cambiar. Los Juegos Paraolímpicos son una muestra del éxito de que juntos ‘todo es posible’ si así nos lo proponemos.

4.      UN PROYECTO DE VIDA, Pedro Pierre

Con el paso de los años, se habla, por una parte, cada vez menos de la importancia de las Iglesias y de las religiones, y, por otra, cada vez más de encontrar un sentido a la vida, a la vida personal, colectiva y espiritual. Son las nuevas generaciones que abandonan las Iglesias y las religiones. Desaparece la imagen del Dios tradicional y aparecen nuevas divinidades y nuevos ídolos que buscan sustituirlo. Entre estos nuevos ídolos está el deporte: Lo hemos visto con los Juegos Olímpicos de París que fueron la gran noticia del momento con sus repetidas propagandas e inauguración y clausura deslumbrantes. Relegaron al segundo plano las grandes noticias nacionales e internacionales.

La riqueza o acumulación de bienes y dinero es otro ídolo que orienta los estudios y la elección de una profesión para vivir egoístamente. De allí nacen el individualismo tenaz, porque la sed de riqueza hace que nos enfrentamos todos con todos y a que la acumulación de bienes se logra a costa de los demás. Otro ídolo es el libertinaje sexual: “¡Yo me como todos los platos que se presentan!” … Otro es la búsqueda del poder a conservar y aumentar sin medida en particular en todos los espacios: la familia, la profesión, los puestos gubernamentales como lo vemos en la actualidad con las carreras para presidente, vice presidente y asambleístas… y todo esto a costa de la desgracia de los demás y del país.

Todo esto y mucho más ocurre porque no damos con nuestra identidad de ser humano individual, colectivo y religioso. Nos limitamos demasiado a preocupaciones individualistas. Ya descartamos las relaciones de los unos a los otros que nos ayudarían a crecer y ser felices. En lo religioso o espiritual aparecemos con unos alfabetos inestables que cambiamos de religión sin conocer profundamente la en que hemos nacido ni en la nueva en la que entramos los ojos cerrados. Cada vez más las religiones responden a sus intereses materiales para continuar privilegios y falsas seguridades de un pasado obsoleto.

La familia y la educación escolar, en muchos casos, han dejado de ser espacios de formación e información que nos capaciten para enfrentar la vida, los problemas sociales y los interrogantes religiosos. Las universidades son escuelas de sumisión al sistema capitalista vigente que nos programan para engordar a los grandes capitalistas y las multinacionales de la deshumanización. No queremos darnos cuenta la verdadera realidad del sistema capitalista que el presidente Milei de Argentina acaba de definir muy claramente ante empresarios: "Venimos a achicar el Estado para agrandarles el bolsillo a ustedes ".

¿Cómo salir de esta crisis de identidad personal, de desorganización social y de civilización? ¿Qué es lo que nos puede inspirar? ¿Dónde encontrar nuevos guías que nos permiten desarrollar todas nuestras capacidades y anhelos de ser humano adulto, hermano y digno de los valores que nos habitan?

¿A que camino recorrer? El camino de ‘los valores tal vez sea la brújula que nos permita ubicarnos y emprender una nueva vida, “una vida que valga la pena”, que nos haga abiertos a lo que verdaderamente necesitamos. “Todo es bueno, escribió san Pablo, pero no todo es oportuno”. Ahí está el desafío: ¿Cómo discernir lo que más nos conviene para lograr un crecimiento integral, una convivencia armoniosa, una armonía con la naturaleza y una comunión con el misterio de la vida y del amor que llamamos Dios o cualquier sea su nombre?

La búsqueda de valores es ciertamente hoy una preocupación mayor. Valores humanos, valores sociales, valores religiosos, valores cristianos: ¿Cómo ubicarnos en la compleja realidad que nos rodea? Si no nos decidimos a sentarnos para pensar y escucharnos los unos a los otros, seguiremos corriendo tras los que más gritan y nos prometen ‘el oro y el moro’. Lastimosamente terminaremos en la nada y el vacío.

Para discernir el camino correcto de una vida plena, tenemos que unirnos y reunirnos para plantearnos los desafíos a enfrentar. Así desvelaremos los verdaderos valores sobre las cuales asentarnos y decidir cómo y con quiénes vivir, convivir, creer y luchar. Se trata de confirmarnos en valores. Comencemos por los valores humanos para sentirnos vivos de verdad: amistad y amor, honestidad y coherencia, sencillez y austeridad… Sigamos con los valores sociales para que no seamos ‘lobos’ los unos con los otros: respeto y tolerancia, compartir y solidaridad, organización y participación… No olvidemos lo valores religiosos para no andar cojos:  oración y contemplación, ritos y celebraciones, cantos y símbolos… De esta manera llegaremos a estar claros que, por una parte, nos salvamos juntos porque somos una solo hermandad y que, por otra, quiénes son los más acertados para este camino de salvación son los pobres conscientes, organizados y valientes. ¿Entramos en estas categorías que dan prioridad a la comunidad y a la opción por las causas de los pobres?

Qué este espíritu o espiritualidad nos guíe para no caer bajo ídolos que nos hacen pedazos.

 

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