sábado, 16 de febrero de 2019

La situación caótica de América Latina


Análisis  de  coyuntura :  NUEVO  ENSAYO, Pedro  A.  Ribeiro  de  Oliveira*


Nota previa
Análisis de coyuntura no es lo mismo que análisis de los acontecimientos, porque supone el previo conocimiento -siempre hipotético- de la estructura que proporciona la lógica de los procesos históricos. Sin una definición de lo que es estructural, no es posible evaluar el impacto de los acontecimientos en las bases de un conjunto social. Por eso el análisis de coyuntura debe situar los hechos (visibles) en el plano de las estructuras (invisibles). Es lo que intento hacer aquí, para descifrar el sentido profundo de los resultados de las elecciones de este año.
Distingo tres planos estructurales: el sistema de vida de la Tierra, el sistema-mundo con su modo de producción y consumo capitalista, y el sistema (social, político, cultural y económico) brasileño. Está claro que nos interesa específicamente el último sistema, pero no podemos olvidar que está subordinadamente integrado en los otros dos. Por eso haré una breve mención de los cambios coyunturales en cada uno de ellos. En la conclusión indico algunas implicancias prácticas para quien se identifica con las luchas de las clases trabajadoras, de los pueblos originarios y de los grupos socialmente discriminados.


A. EL SISTEMA DE VIDA TIERRA
Se han vuelto frecuentes los signos de cambios estructurales en el sistema Tierra. En la apertura de la reunión de la COP-24, en Katowice, Polonia, dijo el secretario general de la ONU: “Estamos en apuros. Estamos en grandes apuros con los cambios climáticos”. Como él tiene una visión global, sabe evaluar el significado de una catástrofe climático-ambiental. Y sabe que podría acontecer aún antes de 2050, en caso de que no se tomen las medidas recomendadas por la comunidad científica internacional -medidas que las mega-corporaciones no aceptan porque perjudican sus lucros. La situación se agrava porque los Estados nacionales dan más prioridad a los lucros de las empresas que al equilibrio climático y ecológico. El caso del presidente de los EEUU es emblemático; pero muchos otros gobernantes se someten a las mega-corporaciones aunque se declaren defensores del medio ambiente.
Todavía no nos habituamos a entender la cuestión ambiental como una cuestión política, y eso reduce mucho nuestro campo de visión. Es preciso ampliar nuestras categorías de pensamiento para incluir a la Tierra -o, por lo menos, a su comunidad de vida -como sujeto de la historia, y no más como una cosa. Ella está sufriendo, y ese sufrimiento afecta a la especie humana, aunque las categorías científicas de que dispongo no logren develar esa conexión. Todo sucede como si la especie homo sapiens estuviera presintiendo su extinción, y por eso da lugar a comportamientos irracionales como el odio a los semejantes, voracidad del consumo, aceptación de la pos-verdad, refugio en el mundo virtual, y otras prácticas que destruyen la textura social. En el polo opuesto, ese mismo presentimiento favorece la emergencia de otra conciencia en la relación con la Tierra, la cual comienza a ser percibida como sujeto de derechos y como un ser vivo del cual la especie humana forma parte. Esa conciencia se expresó en la Carta de la Tierra, publicada en el año 2000, y desde entonces se ha expandido por todas partes, inclusive recuperando conceptos ancestrales de pueblos originarios, como el Sumak Kawsay (Bien-Vivir).

Atención: Esa realidad de ámbito planetario debe ser seriamente considerada, no sólo porque puede ayudar a explicar fenómenos aparentemente absurdos, sino porque aún es posible al menos atemperar la catástrofe ambiental que se anuncia. Como mínimo, debe ser considerada como un obstáculo insuperable al crecimiento económico a medio y largo plazo. Eso incluyó el proyecto chino de la nueva ruta de la seda, que prevé una inversión de US$ 5 trillones hasta 2049; podría fracasar si no considera los estragos provocados por la catástrofe ambiental.


B. EL SISTEMA-MUNDO DEL CAPITALISMO
Su polo dinámico está pasando de los EEUU a China (¿o Chindia?) y esa transición está marcada (1) por la  financierización del capital y (2) por el clima de guerra. La crisis del 2008 aún no terminó y la situación económica mundial continuará turbulenta mientras el dólar USA sea la moneda de las transacciones internacionales. Ese conflicto económico entre las potencias emergentes y las decadentes ya adquirió forma de guerra: actualmente son guerras localizadas, étnicas, contra las drogas o el terrorismo, pero pueden llegar a ser una guerra directa entre las grandes potencias. China probablemente saldrá vencedora y modelará otra forma de capitalismo -la economía verde- conquistando la hegemonía mundial en el siglo 21. En ese contexto, el Brasil del nuevo gobierno se alineará servilmente con el probable perdedor (EEUU).

Atención: Esa inserción del Brasil como socio subalterno de los EEUU viene de la crisis del 2008: la clase dominante rompió el pacto de no-agresión ofrecido por el PT y cambió el proyecto desarrollista de los gobiernos de Lula y Dilma por la política de Temer y Bolsonaro de subordinación al gobierno de los EEUU. Esto es determinante en la explicación del golpe de 2016 y de la victoria electoral de la derecha. Por su posición geopolítica y económica, el Brasil es un país clave en América del Sur, donde sólo falta doblegar a Bolivia y a Venezuela a los intereses estadunidenses.


C. EL SISTEMA BRASIL.
El resultado de las elecciones dejó en evidencia el cambio en la correlación de fuerzas entre las clases sociales. La clase dominante (compuesta por cerca de 40 mil familias que se benefician con la financierización del capital, lo que no les impide controlar también el proceso productivo) se aprovechó del descontento popular manifestado en 2013 para romper el pacto de no-agresión propuesto por el PT de Lula (en nombre de las clases trabajadoras). Desde entonces recurre a la agresividad para eliminar -o al menos apartar del campo político- a los grupos por medio de los cuales las clases trabajadoras y los sectores subalternos se expresan o se organizan (como el PT y sus aliados, Movimientos como MST, MTST, Indígenas, negros, mujeres, LGBT y otros), o que las apoyan (como sectores de las Iglesias, universidades, intelectualidad, etc.). Tal vez le quepa el rótulo de fascista a esa propuesta, por no ceder espacio a la lucha de clases dentro de la institucionalidad democrática, sino tender a la eliminación de las clases trabajadoras en cuanto agente político.

Atención: Ese cambio de coyuntura tiene fuerte incidencia estructural porque afecta directamente a la correlación de fuerzas de la lucha de clases. La clase dominante -con sus distintos sectores (financiero, agronegocio, minero, industrial, comercial)- optó por someterse a las grandes corporaciones transnacionales, abandonando el proyecto nacional-desarrollista propuesto por el PT en 2002 como base del pacto que sirvió de base a  los gobiernos petistas. Por lo menos temporariamente, la clase dominante logró la adhesión de las clases medias y los votos de la masa popular. Para eso cuenta con la habitual colaboración de los Medios y el apoyo de las Iglesias neo-pentecostales y de sectores conservadores de las Iglesias Evangélicas y Católica. Aunque su ideario político-social dependa de pensadores de los quilates de Olavo Carvalho, eso parece bastar para conquistar la adhesión de la gran masa de insatisfechos con el sistema actual, que atiza el deseo de consumo pero no lo satisface.

El resultado fue la derrota de las clases trabajadoras.
En tres años de lucha sus fuerzas quedaron exhaustas. Pero no se acabaron.
1-      En el campo político, cuentan todavía con una bancada relativamente fuerte en la Cámara (si se hace un buen arco de alianzas, sería suficiente para evitar la aprobación de PECs), algunos senadores y gobiernos estaduales.
2-      En el campo social, los Movimientos Sociales organizados y los Pueblos Indígenas dan muestras de resiliencia, como también lo que resta de los sindicatos.
3-      En el campo del pensamiento, la mayor parte de la población universitaria resiste a la propuesta fascista; las CEBs las Pastorales Sociales, como también un número creciente de obispos católicos y pastores, aunque minoritarios, no dejan morir el Cristianismo de la Liberación; los y las artistas animan la resistencia popular, y sería posible enumerar también otras fuerzas.
4-      En el campo económico las pequeñas unidades de economía solidaria y cooperativas populares sobreviven, aunque al margen de la economía formal.


CONCLUSIÓN: Implicancias prácticas.

1.       Hay un problema estratégico
Hoy llegan innumerables llamados a la resistencia: resistir a la prisión de Lula, a los ataques a Territorios indígenas, a quilombolas y asentamientos de trabajadores rurales, a la política de privatizaciones, a la reforma previsional, a la reducción de la edad de imputabilidad penal, a  la deforestación de la Amazonia y del Cerrado, a la escuela sin partida, a los ataques a defensores y defensoras de los Derechos Humanos, a la comunidad LGBT y tantas otras medidas que se anuncian. No es posible, con todo, actuar en todos los frentes de combate a que somos convocados y es muy triste abandonar a los compañeros en manos de los enemigos. La sabiduría reside en lidiar en tantos frentes, reunir fuerzas y hacer un trabajo bien articulado y formativo. Esa sabiduría es importantísima hoy en día. Para eso, hay que restaurar las fuerzas.

2.       Restaurar las fuerzas es fundamental
Es necesario buscar refugio donde se pueda intercambiar ideas, rever serenamente los propios errores y aciertos sin acusar a terceros. Ese retiro no es pérdida de tiempo. Es un retroceso estratégico, donde sea posible hacer el proceso de formación política y tejer nuevos lazos de solidaridad. Aunque ese retroceso pueda dejar espacio para el avance de las hordas adversarias, sus desaveniencias internas (que ya son evidentes) tienden a desgastarlas en poco tiempo. Así, al volver a la lucha, seremos mucho más fuertes que hoy (y ellas más débiles).
Claro que hay demandas tan graves o urgentes que nos obligan a salir del retiro y volver a la confrontación directa. Pero en ese caso el lado más débil sólo tiene chance de victoria si está a la defensiva. Es sabido que las fuerzas del que se defiende se multiplican por diez, siempre que su defensa sea sólida y no se aventure a la lucha en campo abierto. Tal vez sea el caso de la reforma previsional, de privatizaciones que violen la Constitución, la protección a los defensores de los Derechos Humanos y la preservación de la Amazonia (que tiene fuerte apoyo internacional).

3.       Volver a las bases
Es decir: dedicarse al trabajo directo, personal, para trabajar en la concientización y en la organización. Bases son los grupos de solidaridad personal (familia, vecindario, iglesia, de amistad, de trabajo, asociación por afinidad y otros) donde las relaciones personales se revisten de lazos afectivos (y no necesariamente grupos populares). A esos grupos debemos volver, ahora, cada cual donde sea bien recibido o recibida, siempre dando prioridad a los grupos formados por gente pobre, vulnerable o joven. Se trata de ir a esas bases para retomar el trabajo de educación política, esto es, de concientización y de organización, sabiendo que exige capacitación y que lleva tiempo.

4.       Ejercer (o reconquistar) la hegemonía intelectual y cultural
Es la misión de los y las intelectuales vinculadas/os a las clases trabajadoras. Esa misión fue bien desempeñada a lo largo del siglo 20, cuando los valores democráticos, igualitarios y libertarios se difundieron por todo el Occidente, avergonzando a las personas que manifestaban divergencias (tradicionalistas, racistas etc.). La victoria del capitalismo en la guerra fría, sin embargo, favoreció el pensamiento de la derecha, que propone la desigualdad como factor de progreso, y ve en las elites el resultado del orden natural.
Ese pensamiento de derecha conquistó espacio en la sociedad con una importante contribución de las religiones cristianas de vertiente fundamentalista (incluida la católico-romana).
-          En su versión vulgar, trajo el creacionismo, justifica el racismo y el patriarcado, y otros sistemas de exclusión; en su versión erudita, justifica la libertad individual como fundamento de la ley natural que el Estado no puede cambiar.
-          En la versión teológica, separa cuerpo y alma y se vuelca únicamente a la salvación del alma (por medio de ritos), dejando las realidades materiales bajo el dominio del mercado.
Ese pensamiento se difunde como defensa de la familia, de la vida y de los valores tradicionales amenazados por el marxismo cultural que es considerado como el gran enemigo de la civilización occidental y cristiana: al no haber logrado derrotarla por la economía (fin del socialismo soviético), quiere derrotarla destruyendo las bases morales de la familia.
Aunque ese pensamiento tenga una argumentación rasa y mal fundamentada, gana adeptos recurriendo a las emociones: miedo del diferente, miedo de la libertad femenina, busca de seguridad en el pasado idealizado, orgullo de ser pobre pero honrado, etc. Después de su aparente derrota ante la modernidad, vuelve a la superficie de forma agresiva atacando a quien defiende un pensamiento liberador o libertario. Contra ese pensamiento se recomiendan tres medidas:
1.       No repasar los mensajes que hablan de sus avances y abusos,
2.       No doblegarse ante las intimidaciones y amenazas, sino seguir adelante, y
3.       Siempre que sea posible rebatir los argumentos y aclarar las ideas, pero ignorar los ataques personales.

Juiz de Fora, 11/12. 2018.



*Laico católico, nacido en 1943, doctor en sociología, fue profesor em los Programas de Pos-Grado en Ciencia/s de la Religión de la Universidad Federal de Juiz de Fora y de la PUC-Minas. Es miembro de Iser-Assessoria y de la Coordinación del Movimento Nacional Fé e Política.