miércoles, 31 de mayo de 2023

Artúclos de mayo

 

ARTÍCULOS DE MAYO

Con un saludo muy fraterno a todas y todos: Pedro Pierre.

1.      Planeta Tierra: ¡Alerta roja!... para preservar lo que va a resistir los cambios drásticos de clima desfavorable.

2.      Verdades reales y parciales… para crecer juntos en humanismo y espiritualidad.

3.      ¿A quién escuchar?... ¿A los pobres?... ¿De verdad?

4.      “¡No teman, hombres de poca fe!” … porque soy “el camino…”.

5.      Consulta sobre el Yasuní: ¡Detengamos el colapso!... antes de que sea tarde.

1.      PLANETA TIERRA: ¡ALERTA ROJA! Pedro Pierre

               El 22 de abril pasado hemos conmemorado el Día Mundial de la Tierra. Las redes sociales y las actividades y los escritos de muchos defensores del Medio Ambiente nos han informado y alertado sobre el suicidio colectivo al que nos encaminamos, ya que muy poco hacemos para respetar la Tierra y revertir la actual destrucción acelerada de la naturaleza. Una conferencia reciente del teólogo de la liberación y ecologista brasileño, Leonardo Boff, me ha llamado particularmente la atención por las alarmas ecológicas que lanza desde años: “Si no cambiamos vamos a desaparecer dentro de pocos años”. Dijo en esta charla reciente: “En 2027 los calores serán insoportables para los humanos en la mayor parte del planeta y muchas plantas y animales no podrán soportarlos porque necesitan tiempos para adaptarse”. Estamos a sólo 4 años de este desastre de la vida y la mayoría de los gobiernos, las empresas contaminantes y las multinacionales agroindustriales y mineras nos cambian radicalmente sus prácticas destructoras… lo que nos confirma “una muerte anunciada” de innumerables seres vivos.

               Ya en el año 1987, hace 36 años, un informe de las Naciones Unidas nos informaba de las consecuencias de la destrucción de la naturaleza y del mal uso de sus recursos: "La Tierra es una, pero el mundo no lo es. Todos dependemos de una sola biosfera para el sustento de nuestras vidas. Algunos utilizan los recursos de la Tierra a un ritmo tal que dejarían poco para las futuras generaciones. Otros, en proporción aún mayor, consumen demasiado poco y viven con un panorama de hambre, miseria, enfermedad y muerte prematura”.

               En el año 2,000, hace 23 años, un grupo de científicos y de personas conocidas, entre otras Leonardo Boff, el ex presidente de la Unión Soviética-URSS Mijaíl Gorbachov, la conocida cantante argentina Mercedes Soza, lanzaban un grito de alerta con la “Carta de la Tierra”. Esta afirma que la protección medioambiental, los derechos humanos, el desarrollo igualitario y la paz son interdependientes e indivisibles. He aquí las primeras y últimas líneas: “Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la Tierra, un momento en el que la humanidad debe elegir su futuro. Somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común”.

               En 2015, el papa Francisca nos daba su carta encíclica “Laudato si - Alabado seas” sobre el cuidado de la casa común por su destrucción acelerada. El papa Francisco realizó una «crítica mordaz del consumismo y el desarrollo irresponsable» con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada «para combatir la degradación ambiental y el cambio climático».

               No hemos tomado en serio estos llamados apremiantes: Bien poco hemos hecho personal y colectivamente para detener la destrucción sistemática de nuestro planeta, al punto que ahora estamos en una situación irreversible. Tenemos que prepararnos a soportar pronto situaciones extremas de supervivencia frente a un clima hostil y numerosos virus nuevos cada vez más destructores. Así de sencillo y fatal.

               Leonardo Boff nos explica que 3 son los mayores problemas que nos afectan profundamente. Primero está la degeneración progresiva de la Tierra porque, mediante la contaminación, destruimos las bases de la renovación de la vida terrestre. El segundo es el consumo exagerado de sus recursos que utilizamos irresponsablemente sus recursos limitados y no le damos el tiempo necesario para reponerlo: la empobrecemos sin pensar a la escasez que estamos produciendo para las futuras generaciones. El tercero es calentamiento global: Aumenta el calor de las piedras que provocan innumerables incendios que no se pueden combatir eficazmente, desertificando inmensas regiones.

               Para limitar el desastre ambiental, Leonardo Boff nos sugiere una doble conversión. La Tierra es un ser vivo como nosotros y nosotros somos no aparte de ella sino parte viva y amorosa de ella. Para lograrlo debemos conformar Comunidades Ecológicas en las que nos ayudemos a cambiar la mente y el corazón. La conversión mental consiste en desterrar miestra visión destructora de la Tierra porque pensamos que la podemos utilizar como nos place sin respetar sus limitaciones y sus derechos. La segunda conversión es afectiva, o sea, del corazón. Como seres humanos hemos desarrollado, gracias a la fuerza de la vida recibida de la misma Tierra, la capacidad de amar. Tenemos sentimientos, alegrías, dolores y amor como todos los seres vivos. La diferencia está en la consciencia que tenemos de aquello. Tenemos que enterrar esta visión o complejo de superioridad que nos hace considerarnos falsamente ‘dueños y señores’ de la naturaleza, sin descubrir que todo, todas y todos dependemos unos de otros. Nos destruimos cuando la destruimos. Eso es la doble conversión ecológica que necesitamos urgentemente si no queremos desaparecer.

               Leonardo Boff nos invita a conformar grandes regiones de vida saludable y de convivir armonioso para resistir los cambios irreversibles que se nos vienen, a imagen de las Comunidades indígenas que viven la complementariedad social y la armonía con la naturaleza. Se trata de aprender su “Bien vivir y convivir”. Actualmente en el planeta hay 111 ‘regiones ecológicas’ que viven de esta manera. Tenemos que comenzar y fortalecer esta nueva manera de vivir y convivir individualmente, en familia, en pequeñas Comunidades articuladas e integradas las unas con las otras. Así desterraremos definitivamente la actual organización capitalista perversamente destructora del ser humano y de la naturaleza. Dijo el papa Francisco: “¡O nos salvamos juntos o nos perdemos todos!”

               Seamos los incansables artesanos de esta utopía esperanzadora que ha comenzado o continúa a ser realidad. Dios no quiere nuestra perdición sino nuestra salvación: Allí está el camino del Reino inaugurado por Jesús de Nazaret.

2.      VERDADES REALES Y PARCIALES, Pedro Pierre

               Podríamos calificar nuestra época a la vez como muy violenta y algo esperanzadora: Eso nos exige una vida más consciente y mejores relaciones humanas. Al nivel social la violencia es cada vez mayor como también el individualismo. Por otra parte, no logramos zafarnos del sistema neoliberal que se beneficia a costa nuestra y provoca más violencia y más individualismo. En esta realidad las Iglesias son bien poco proféticas: No logran solidarizarse con las víctimas. Eso es el caso de muchas Iglesia evangélicas que optan por defender los promotores del neoliberalismo. Las instituciones católicas más tradicionalistas hacen lo mismo, como fue el caso recién del opus y de Schoenstatt en Chile. Con todo esto, crece la confusión personal, social y eclesial. Surge entonces la tendencia de hacer cada uno nuestra propia ley, nuestros propios criterios sobre lo que está bien y lo que está mal.

               Toda esta realidad nos lleva a una impresión de indefensa, descomposición social y desorientación. Mientras tanto aumentan los problemas diarios de inseguridad, soledad, relativismo, desempleo, migración. Crece también el desinterés por crear condiciones de vida agradables hechas de confianza de los unos en los otros, de organizaciones fraternas y de ambientes abiertos a la espiritualidad necesaria.

               Al mismo tiempo aumentan las personas y los grupos que construyen espacios más humanos, más vivenciales y más satisfactorios: Son muy activos y buscan articularse. Son espacios de esperanza, de humanidad, de felicidad. Es la lucha tenaz de lo pequeño contra lo gigante, pero que tiene la fuerza de la verdad y del amor: Eso va en el dinamismo de nuestro mundo, de nuestro universo y de lo divino que nos aporta satisfacción y felicidad. La Biblia nos confirma que el pequeño David sigue venciendo al gigante Goliat.

               En su carta a los Efesios, Pablo nos dice que “no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras”. Los gobiernos se vuelven cada vez más fascistas, las fuerzas policiales y armadas cada vez más asesinas, las empresas cada vez más explotadoras, los grandes medios de comunicación cada vez más sofisticados para manipularnos, las redes sociales nos inundan de un sinnúmero de información y capacitación que no son más que engaños. Además, no faltan ‘salvadores’ que nos prometen “el oro y el morro” en lo personal, lo profesional, lo social y lo religioso. Quienes sufren más por estas situaciones son los pobres, los jóvenes, las mujeres, los indígenas, los negros… y los ‘analfabetos religiosos’ que conforman las grandes mayorías de nuestros países. ¿Dónde estará la verdad, si la buscamos?

               Primero tenemos que preguntarnos si creemos que, por una parte, podemos salir adelante hacia una vida mejor y, por otra, si estamos decididos a tomar los medios para lograrlo. Todo comienza por una toma de conciencia personal y la decisión de emprender nuevos caminos… o seguimos con la mediocridad, la fatalidad, la desilusión y el quemimportismo. El primer paso es personal. El segundo es colectivo.

               Tenemos que entender que esta apuesta por una vida mejor no lo vamos a lograr individualmente, sino apoyándonos los unos a los otros. Allí vienen el humanismo y la espiritualidad que son caminos colectivos. Cada vez más el humanismo encuentra nuevos adeptos. Se trata de descubrir como humanos que nuestra característica es darnos cuenta de lo que nos está pasando y encontrarle un sentido, una dirección y una meta. Muchos jóvenes estén en este camino: Esa es la gran novedad de nuestra época. Cada vez más las actuales propuestas políticas resultan insuficientes y las religiones tienen menos importancia y menos adeptos, por ser obsoletas. El cambio de época exige cambios radicales a todos los niveles: personal, familiar, profesional, social, cultural y religioso. Eso es el gran desafío del momento… Si no lo enfrentamos, vamos a quedar varados en la vereda del camino, mientras la vida, el mundo y la felicidad van por otros caminos que no transitamos. El humanismo es la nueva exigencia.

               Además del humanismo transformador está la espiritualidad. Todos los seres humanos tenemos una dimensión espiritual que anida en cada cultura. De allí surgen las diferentes cosmovisiones que promueven, de un lado, unas sabidurías, es decir un arte de vivir y convivir, y, por otro, expresiones espirituales que se concretaron en las religiones. Actualmente al cambiar las culturas, muchas expresiones culturales y religiosos perdieron su significado. Pero no se perdió la dimensión espiritual que exige nuevas expresiones. Por este motivo surgen las místicas que tienen un componente más humanista, y nuevas espiritualidades que responden al momento presente. Estamos llamados a entrar en esta dinámica: nuevas motivaciones humanistas y nuevas expresiones religiosas. El problema es que lo tradicional que poco sirve ‘no acaba de morir’ y lo nuevo que necesitamos ‘no acaba de nacer’.

               Abracemos estos nuevos humanismos y estas nuevas espiritualidades que están en marcha y son una construcción colectiva. Se trata de “discernir los signos de los tiempos”: Entre todo lo que nace, ¿qué es lo que se va a quedar porque tiene futuro por la fuerza de la vida y del amor? Vida, amor y comunidad que son las ‘esencias’ de nuestro universo. Este discernimiento, además de ser individual, tiene que ser colectivo. No podemos escapar a la gran unidad del universo: todo está interconectado, todos estamos interdependientes, todos avanzamos juntos o nos perdemos. Es la gran invitación de nuestra época. Nuestras verdades individuales son reales, al mismo tiempo que son parciales. Sólo juntos las vamos a reconocer como tales para no andar sin rumbo, desaprovechar la vida … porque sólo tenemos una, con sus inmensas capacidades y felicidades.

3.      ¿A QUIÉN ESCUCHAMOS?, Pedro Pierre

               Acabamos de celebrar el día de la Madre. Nuestras mamás nos aman plenamente a todas y todos: a nadie nos falta amor materno; pero van a dar más amor a aquel que más lo necesita por frágil, enfermo o especial. Ella es para nosotros el ‘rostro materno’ de Dios. Dios ama a todas y a todos sus hijos con un amor materno entero, pero prefiere a los pobres. Esa preferencia no le quita amor a nadie, pero va a amar de manera preferencial al que más necesita de su amor, en particular a las y los que son víctimas inocentes de la injusticia y la maldad… porque Dios nos mira en la verdad de los hechos y del corazón.

               Esto nos lo demuestra Dios con la encarnación de su hijo Jesús en Palestina: lo quiso para todas y todos, pero lo quiso pobre, amante de los pobres, para construir su Reino desde ellos y con ellos. Por eso Dios eligió a una familia pobre en María y José, en un pequeño pueblo desconocido, Nazaret, de una provincia marginal y marginada, Galilea. Dios quiso que Jesús sea uno más entre los pobres, un simple carpintero de pueblo, un trabajador manual. No lo quiso de la capital ni de familia famoso o rica, ni sacerdote o de la alta clase dirigente. Podríamos decir que Dios quiso que Jesús sea “uno menos” para identificarse con los “nadie” de su tiempo y de todos los tiempos.

               Así lo describió Pablo en su carta a los Filipenses y se dirige a nosotros diciendo: “Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús”, o sea, pensar, mirar, sentir y actuar como pensó, miró, sintió y actuó Jesús, porque esa la manera de pensar, mirar, sentir y actuar de Dios. Esto significa que Dios nos quiere, a imagen de su hijo Jesús, sencillos, pobres con dignidad y amigos de los pobres, en particular de los más pobres, para ayudarles a salir de su situación inhumana y anticristiana, y construir con ellos una humanidad fraterna. Eso exige de nosotros una conversión permanente: Amar a todas y todos, vivir en la pobreza digna y pensar, mirar, sentir y actuar desde los pobres y con ellos a la manera de Jesús. Esa es la conversión cristiana que nos pide Dios: Ser cristianos es convertirse a Jesucristo y eso se logra convertiéndose a los pobres.

               Esta manera de ser y de vivir al ejemplo de Jesús nos ayuda a entender lo que está pasando en nuestro país y discernir cómo debemos mirar, escuchar y actuar. Hoy, la situación del país es de las más desastrosa. Las informaciones y el sentido de lo que está pasando tiene interpretaciones variadas y hasta contradictorias. ¿A quién creer, a quién escuchar, a quién seguir? La actitud de Dios y las actuaciones de Jesús nos van a ayudar a mirar, confiar y avanzar correctamente. Como Jesús, vamos actuar de 2 maneras. Primero, vamos a mirar la realidad como la miran los pobres, cómo la describen, cómo la sienten, como la califican, porque Dios se hace presente en ellos y habla a través de ellos. Por otra parte, vamos a escuchar y descubrir a los pobres que se esfuerzan personalmente y se organizan colectivamente para salir de su pobreza y de su miseria, porque el Espíritu de Jesús actúa en ellos afín de que alcancen una vida más digna, más humana, más fraterna.

               Por esas razones, nuestros obispos latinoamericanos en su reunión de Puebla, México, en 1979, nos han dicho: “Los pobres nos evangelizan… Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencia por los pobres, con miras a su liberación integral”. Nuestra solidaridad con los pobres es el camino para alcanzar personalmente una vida mejor, y construir colectivamente una sociedad más fraterna y justa. Por eso decía monseñor Oscar Romero, asesinado en San Salvador en 1980 y reconocido santo por el papa Francisco: “¡Fuera de los pobres no hay salvación!”

               Si escuchamos a los pobres en este tiempo tan duro, desconcertante y sin gran horizonte, descubriremos lo que está pasando. Si escuchamos a los pobres organizados para una vida mejor, descubriremos los caminos a seguir y a abrir para un cambio de sociedad. Si escuchamos a los pobres reunimos en Comunidades vivas, como por ejemplo en las Comunidades Eclesiales de Base, descubriremos el contenido y el compromiso correcto de nuestra fe en Dios y en Jesús de Nazaret. Por esos motivos el papa Francisco nos repite que “los pobres de las Organizaciones populares nos enseñan el camino para un cambio de sociedad”. En su Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, los obispos y los cristianos allí reunidos afirmaron que “las Comunidades Eclesiales de Base son el ejemplo de una Iglesia sinodal”, es decir una Iglesia de iguales, renovadora de la Iglesia parroquial y artesana de una nueva sociedad.

               En la opción preferencial y solidaria por los pobres está la clave de una vida feliz y una sociedad acorde al proyecto de Dios inaugurado por Jesús, que lo llamó el Reino de Dios: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia; lo demás vendrá por añadidura”. Si nos sentimos perdidos, agarremos la mano de los pobres. Si nos sentimos confusos, escuchemos a los pobres organizados. Si sentimos que nuestra fe tambalea, caminemos con los pobres en Comunidades. Escribió Pablo a los corintios: “Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es… Pues las locuras de Dios tienen más sabiduría que la de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.”

               En los pobres de hoy, Dios nos traza el camino a creer y a seguir. Tal fue la misión de Jesús: ser fiel a los pobres hasta el final para convencernos que el camino del Reino que hoy se actualiza en el camino de los pobres, es la verdad a asumir y a construir juntos y junto a ellos, si no queremos andar perdidos e inútiles.

4.      “ ¡ NO  TEMAN,  HOMBRES  DE  POCA  FE ! ”, Pedro Pierre

               El miedo se está instalando en nuestro país por la violencia que no deja de crecer. Esta realidad es el resultado de un desempleo masivo por el sistema neoliberal de gobierno que nos están imponiendo. No basta decir cobardemente:          “¡Sólo Dios nos puede salvar!” … Claro que Dios sigue con nosotros, abriendo caminos de salvación. Pero somos nosotros que tenemos que caminar estos senderos de salvación. Dios nos ilumina y nos fortalece, pero no hace ni el camino ni el trabajo que nos tocan a nosotros. ¡Así que no bata lamentar ni sólo rezar! Una mirada sobre Jesús de Nazaret puede ayudarnos a superar el miedo y enfrentar los desafíos que se nos presenta.

               Una primera actitud de Jesús fue entender la realidad de su país. Para conocer esta realidad, Jesús pasó 30 años encarnándose en ella: no vivió en un palacio ni en un templo ni en un barrio segurizado. Nazaret era un pequeño pueblo desconocido en una provincia alejada de la capital, marginal y marginada. En ese tiempo Palestina era un país invadido y saqueado por un imperio brutal que no respetaba nada ni nadie, sino que aprovechaba el poder de las armas para hacer lo que le venía en ganas.

               La situación de nuestro país es bastante parecida a la de Palestina en tiempos de Jesús. Mediante el FMI estamos invadido y saqueados por el imperio invasor de las multinacionales norteamericanas y sumisos a las órdenes de los Estados Unidos que fomentan la pasividad y la destrucción de nuestro país para tener productos alimenticios baratos y materias primas al precio que ellos les ponen. Provocan la actual violencia para amedrentarnos y mantenernos callados y muertos de miedo.

               Jesús nació en una hacienda ni en un pueblo famoso como tampoco en una familia acomodada o de renombre… “¡Qué de bueno puede salir de Nazaret!”, dijo Natanael, oriundo de un pueblo vecino. La familia de Jesús hacía parte de la gente pobre: su madre se preocupaba de los quehaceres domésticos y su padre era un carpintero de pueblo. Jesús fue uno más que, a los 15 años, continuó la profesión de su padre, lejos de la capital y de sus autoridades. Los responsables religiosos de Jerusalén eran más preocupados de sus buenas relaciones con las autoridades militares romanas afín de conservar sus privilegios y comodidades.

               La realidad ecuatoriana es bastante parecida a la de Jesús en Nazaret: Somos un pueblo lleno de pobres, de trabajadores manuales y de profesionales que no encuentran trabajo por ninguna parte. Por esta razón la migración es el gran sueño nacional que se estrella contra el racismo, la explotación y las fronteras cerradas de Estados Unidos y Europa. Nuestras autoridades religiosas parecen más preocupadas por la estabilidad de un gobierno indolente y corrupto que pacta con las bandas criminales y el narcotráfico internacional: No defiende la inmensa mayoría de los ecuatorianos que no saben adónde acudir para un poco de protección y esperanza.

               Veamos ahora cuáles fueron la práctica y el mensaje de Jesús para ayudar a su Pueblo a salir adelante, mejorar su situación, encontrar alternativas de dignidad, profundizar su fe y emprender el camino del Reino para una vida más humana y más religiosa. A los 30 años, se acercó a su primo Juan Bautista que predicaba la conversión a Dios mediante la renuncia la pecado y la vivencia de la justicia, el compartir y el respeto de las personas. Bautizaba a quiénes decidían emprender ese camino religioso y social. A Jesús le gustó esa opción y se hizo bautizar. Luego emprendió un largo retiro -se nos dice de 40 días- para discernir bien cómo iba a realizar su misión. Descartó 3 tentaciones que, en vez de ayudar a sus compatriotas, los habrían hundido en más pobreza y violencia. Para resolver los problemas rechazó la opción del dinero fácil que lo compra todo, la opción del poder como dominación y del prestigio que arrodilla a los demás.

               Hoy nosotros, ¿qué buscamos? Primero, tenemos que preguntarnos si algo buscamos, porque muchas veces nos encerramos en una mediocridad de vida que es todo menos humana y cristiana, por nuestro individualismo y nuestra indiferencia. Luego, preguntémonos a qué líderes buscamos para salvarnos, tanto en lo social como en lo religioso. Jesús hizo la opción de una vida sencilla: ¿Es también nuestro caso? ¿O pensamos que más comodidades van a resolver nuestros problemas? ¿A quiénes seguimos? ¿A los que tienen mucho dinero, a los que están en el poder, a los que son famosos y tienen prestigio?... sin darnos cuenta que esas opciones las rechazó Jesús…

               Pronto se enteró Jesús que el gobernador de Galilea, en la persona del rey Herodes, había asesinado a su primo Juan Bautista porque su palabra y actuaciones lo molestaban. Entonces decidió retomar el camino de Juan Bautista como profeta itinerante. No esperó que la gente viniera hacía él, sino que empezó a recorrer su provincia para encontrar a sus paisanos y reunirlos para vivir el compartir y la fraternizar y descubrir a un Dios padre y madre. Se rodeó de amigos fieles, de discípulos constantes, de compañeros decididos a apoyarlo, varones y mujeres. El camino del Reino estaba en marcha, es decir otra manera de vivir personal, colectiva y religiosamente.

               ¿Y nosotros? ¿Entramos en la dinámica de formar grupos, comunidades, asociaciones para vivir de otra manera, comenzar a realizar lo que soñamos, descubrir otros modos de convivencia, encontrar a un Dios vivo y liberador? Es esta clase de preguntas que tenemos que hacernos para evaluarnos, dejar de lamentarnos, esperar que Dios resuelva sólo nuestros problemas. “¡No teman, hombres de poca fe!”, nos repite Jesús de Nazaret. Así perderemos el miedo si empecemos a tener fe en nosotros y en los demás para, así, renovar nuestra fe en Dios.

5.      CONSULTA SOBRE EL YASUNÍ: ¡DETENGAMOS EL COLAPSO!

               El ‘Yasuní’ es la región más al este de Ecuador que colinda con Perú y Colombia. Hace parte de las varias áreas protegidas del país, es decir, que se la puede tocar ni invadir. Y eso por 2 razones: Allí viven desde miles de años pueblos indígenas no contactados que quieren vivir alejados de la mal llamada ‘Civilización Occidental Neoliberal’ porque no los respete y conduce la humanidad al suicidio y el planeta al colapso o extinción de la vida.

               El Yasuní es una de las regiones de todo el planeta más ricas en biodiversidad por su cantidad y diversidad de especies vegetales y animales: “En una hectárea del Yasuní hay más biodiversidad que en toda Norteamérica!” Desde unos 15 años esta área declarada protegida está invadida por 3 clases de empresas sumamente depredadoras del medio ambiente y por lo mismo de los Pueblos que la habitan. Las unas son madereras que sacan los árboles más preciados; otras son empresas turísticas por la excepcional biodiversidad que allí se puede ver y observar; las terceras son empresas petroleras que sacan petróleo de varios pozos con grandes reservas… Organizaciones nacionales e internacionales defensoras de los Pueblos indígenas de la Amazonía y del medio ambiente de todo el planeta protestan por esta destrucción irremediable.

               Hace unos 15 años el ministro de los Recursos Estratégicos del gobierno de la Revolución Ciudadana, Alberto Acosta, hizo una novedosa propuesta para no explotar el petróleo del Yasuní. En 2007 el presidente Rafael Correa retomó esta propuesta en una intervención en la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Explico que el gobierno quería mantener bajo tierra los más de 840 millones de barriles de petróleos encontrados en el subsuelo amazónico del Parque Nacional Yasuní, equivalente al 20% de la producción petrolera del país. Así se evitaría la generación de 407 millones de toneladas de Oxido de Carbono, gran contaminante y causante del calentamiento atmosférico, además de todas las destrucciones ambientales por las actividades de extracción, contaminación y transporte del petróleo. Como contraparte, Ecuador pedía a la comunidad internacional una contribución financiera de $. 3.600 millones de dólares, correspondiente al 50% de los ingresos que el país dejaría de percibir por no explotar esta fuente de petróleo. Esta cantidad de dinero debía reunirse en 13 años a partir del 2007. Seis años después, en 2013, el gobierno dio por terminada la propuesta ya que ¡solo se habían reunido $. 13,3 millones de dólares!

               En ese mismo año 2013 fue cuando fue creada la Asociación “Yasunidos” a partir de un conjunto de colectivos ambientalistas, artísticos, deportivos (ciclistas urbanos, por ejemplo), así como de jóvenes. En una campaña nacional recogieron 756.291 firmas para que el Consejo Nacional Electoral organizara una consulta nacional para que los ecuatorianos decidieran si aprueban o no la extracción de crudo de los campos petroleros del Yasuní. No hubo respuesta en varios años. Pero, ¡milagro! Recién el 9 de mayo pasado la Corte Constitucional aprobó la Consulta Nacional solicitada por la Asociación Yasunidos hace… 10 años. Esta consulta va a tener lugar el próximo 20 de agosto junto a las próximas elecciones presidenciales y legislativas. ¡Más vale tarde que nunca!

               La situación ambiental mundial es catastrófica. Los científicos del mundo entero nos adviertan desde 20 años que, a partir del año 2030, es decir en 7 años, si no hemos invertido -y no sólo detenido- el calentamiento global y la contaminación ambiental, la naturaleza empezará a destruir sistemática y violentamente la vida en el planeta Tierra. No hace falta ser muy estudiados para descubrir que las olas de calor, de sequía, de inundaciones, de pandemia, de terremotos… son advertencias cada vez más fuertes para tomar en serio el colapso de la vida. El papa Francisco, desde el principio de su pontificado hace 10 años, no cesa a invitarnos a vivir, trabajar, producir, intercambiar… de nuevas maneras que respetan la vida humana y natural afín de que nuestro planeta no tenga que pasar por una extensión de la vida en su totalidad. Recientemente acaba de decir: “Escuchemos la llamada a estar al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática, y a poner fin a esta insensata guerra contra la creación… Debemos decidir transformar nuestros corazones, nuestros estilos de vida y las políticas públicas que gobiernan nuestra sociedad… Un enfoque integral requiere poner en práctica el respeto ecológico en cuatro direcciones: hacia Dios, hacia nuestros semejantes de hoy y de mañana, hacia toda la naturaleza y hacia nosotros mismos". Y de criticar, el papa, “el consumismo rapaz alimentado por corazones egoístas”.

               ¿Cuándo vamos a tomar en serio esta catástrofe que ha comenzado a desarrollarse delante de nuestros ojos? No se trata de sólo pedir a Dios que resuelva los problemas que nos toca superar. Somos cómplices y por lo mismo responsables y culpables de la desregulación de la naturaleza por nuestro desorden en la manera de vivir, convivir, relacionarnos con la naturaleza y de creer falsamente en un Dios. Por una parte, vamos a votar -parece razonable y necesario- en esta consulta del 20 de agosto a favor de que no se explote el petróleo del parque Yasuní, porque sí, hay alternativa para la creación de energías más adecuadas. Por otra parte, si queremos emprender una nueva manera de vivir personal y colectivamente, tenemos que conformar grupos, asociaciones y comunidades que nos ayuden en estos propósitos.

               ¿Qué irán diciendo los candidatos a presidentes, vice presidentes y asambleístas sobre este tema? Depende de nosotros elegir personas que provengan de Organizaciones populares o que hayan militado en Asociaciones ambientales para orientarnos como país hacia una nueva manera de hacer política y organizar la economía sustentable y equitativa. Tratemos de una vez de despedir a los que apoyan el neoliberalismo que vive de la explotación humana y de la destrucción de la naturaleza. “¡O fraternizamos entre nosotros y con la naturaleza, o colaboramos a nuestra propia y pronta desaparición!” No hay más alternativas.

 

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